La vida se soporta
tan doliente y tan corta,
solamente por eso:
roce, mordisco o beso
en ese pan divino
para el cual nuestra sangre
es nuestro vino.
--Rubén Darío--
Apellidarse Gómez,
Barroso o Sánchez por decir algunos, está mal visto en España, o
por lo menos no tiene el pedigrí que debiera. Y no sólo porque los
consideremos vulgares nosotros mismos, sino que a otros apellidos de
cualquier zona no castellana lo elevamos a la séptima potencia, y
simplemente por ser de origen nacionalista periférico, tan de moda
hoy.
Es tanta la matraca
que nos llevan dando, catalanes y vascos, sobre todo, con esa
supuesta supremacía cultural y económica, que hasta en asuntos
étnicos les admiramos. Creo que estamos en un proceso parecido al
llamado “Síndrome de Estocolmo”, según el cual, no sólo
nos menosprecian al resto hasta el punto de pretender dejarnos en la
estacada e independizarse de nosotros, por atrasados y paletos, sino
que encima vamos nosotros y les admiramos por ello. Sí, porque nos
hemos llegado a creer que son mejores, mas guapos y mas listos que
nosotros, aunque puede que esto último sea lo único cierto porque,
miren...
¿Cuántos niños
españoles de origen castellano tienen nombre vasco, incluso ahora
catalán? No quiero dar muchos ejemplos para no ofender a nadie, pero
haberlos haylos, y muchos. Pues sepan que no siempre ha sido así,
hasta hace unas pocas décadas era justo lo contrario.
Resulta que hasta
principios del siglo XX lo castellano, en lo cultural e idiomático,
era lo mas "in". Era, sin duda, la lengua de la gente mas
moderna y actual. Y no digamos en siglos pasados en los que hablar
euskera o gallego, incluso catalán, era signo de, casi,
analfabetismo. Ésta gente que ahora se vanagloria con aires de
superioridad de sus mini-idiomas, antes se avergonzaban de ellos por
retrógrados. Pero el tiempo pasa, y las modas, y ahora estamos al
otro lado del péndulo.
Está claro que no
hay nombres feos, ni apellidos inapropiados, tienen simplemente el
valor o el carisma que queramos darles. La mayoría de las veces, por
cierto, influidos por tendencias efímeras. Y resulta que la moda
está ahora del lado de los nacionalistas y en contra de lo
castellano, es decir, de lo nuestro.
En España,
parece ser, sólo los catalanes y vascos tienen amor a su tierra si
nos atenemos a los nombres que les dan a sus hijos. En el resto del
país, según las listas de los más comunes, apenas cambian en
cualquier región, todos tiran de las novedades del famoseo. Salvo en
esas dos autonomías antes mencionadas que rebuscan lo indecible en
su inexistente pasado noble para distanciarse del resto y endilgarle
a sus vástagos supuestos nombres aborígenes. ¿Cuándo se ha visto
en tierras vascongadas nombres de niños como Irati, Ibai, Aimar,
June? Nunca. Pues ahora son los más usados allí. Por cierto, si
alguien me dice cuáles de estos nombres son de niña o de niño prometo felicitarles..
Y pásmense, de los treinta apellidos más comunes en España,
absolutamente todos son castellanos, siendo García el más
usado. Nada menos que tres millones de españoles lo llevamos de
primero o de segundo; yo lo llevo de tercero. El segundo más común,
González, y el tercero Fernández. Y, miren que
sorpresa, de los veinte más habituales de Cataluña, tan solo
el apellido Torres (catalán) ocupa el puesto número dieciocho, el
resto son todos castellanos, ocupando García el primer lugar,
López el segundo y Martínez el tercero.
Pero no sólo
Cataluña nos trae de cabeza, miren lo que ocurre en el País
Vasco. De los veinte primeros apellidos todos son castellanos excepto el
que termina la lista precisamente, es decir, el que hace el número
veinte, que es Aguirre, el único de origen vasco. ¿Qué les
parece? ¿Y para eso tanta matraca? Y nosotros acojonados con esta
gente. Claro que bien es verdad que con la emigración de años
pasados les inundamos de apellidos; de esos que ellos consideran
inferiores.. En fin...
Dicho queda…
Joaquín
Yerga
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