sábado, 24 de septiembre de 2016

Réquiem por un sentimiento




Patriotismo es cuando el amor por tu propio pueblo es lo primero; nacionalismo, cuando el odio por los demás es lo primero.
de Gaulle


¡Dónde está mi patria! ¡Dónde mi bandera! ¿Quien ha persuadido a mis compatriotas para que se avergüencen de ella?. Aunque advierto que son preguntas retóricas que lanzo al aire buscando complicidad con mis tesis más que respuestas… 
Y es que todo el mundo, excepto nosotros, tienen amor ilimitado por su país. Lo defienden  a capa y espada y suelen tener tendencias a creerse un poco mejor que sus vecinos en casi todos los aspectos medibles: humanos o paisajísticos., ésto pasa hasta en la Cochinchina. Pero nosotros aquí, curiosamente, debemos estar más evolucionados que el resto de la humanidad. Tanto es así que hemos superado fronteras y razas, porque nos creemos ciudadanos del mundo antes que españoles. Tal vez la humanidad algún día lejano llegue a ese grado de perfección y bonhomía, pero de momento no van por ahí los tiros.
Para ser sincero, en nuestro país hay excepciones en esto de las querencias patrias. Los españoles de ciertas regiones si tienen derecho de pernada  son patriotas, pero de su pequeño terruño. Y lo que es más triste, son aceptados y comprendidos por muchos del resto de España. Aludo como todos se imaginan a los catalanes, vascos o gallegos, ¡claro!
Y entonces ¿Qué he hecho yo para tener que resignarme a ser apátrida?.. ¿Por qué no puedo vanagloriarme de pertenecer a un país democrático, libre y moderno, de los mejores del mundo? ¡Que alguien me explique cómo hemos llegado a esto!. Que nadie se asuste, es como las preguntas anteriores, pura retórica, no espero respuestas, además creo conocerlas.
Alguna vez se estudiará en universidades de medio mundo, (como algo de lo que no hay que hacer bajo ningún concepto) este autoflagelo que nos han impuesto una minoría al resto. Mirarán y estudiarán con sorpresa e incredulidad cómo la mayoría de ciudadanos de un país están acomplejados de pertenecer a él o de airear sus símbolos y logros, aunque estos últimos sean numerosos.
Y ese país es, precisamente, la potencia económica número doce del mundo, de los más democráticos del planeta y con las leyes penales más garantistas. Un país, insisto, que es según revistas especializadas de los más deseados para vivir en él, con los habitantes más longevos, número uno en trasplantes y quinto en seguridad (con la que está cayendo) y que recibe más de setenta y cinco millones de turistas al año. Y nosotros avergonzados de pertenecer a él y contárselo al mundo.
Dirán algunos (del pensamiento dominante) que los verdaderos patriotas se ven pagando impuestos y no llevando los dineros ilegalmente a Suiza o Andorra… O también, que lo importante es evitar los desahucios y ayudar a los pobres; como si una cosa fuese consecuencia de la otra. Estas irregularidades las comenten en Francia, Inglaterra o en cualquier parte del mundo. Ningún país se escapa a que algunos mangantes perpetren esas fechorías. Se puede luchar contra esos males y además tener un rinconcito del corazón ocupado con el sentimiento de pertenencia a los tuyos, a un país.
Pero, aun voy más lejos en esto de sentirse huérfano de patria, percibo que me falta algo que sí tienen los demás. En mi vida, como en la de tantos, hay cabida para mi familia, mis hobbies, mis amigos, mis vicios, mi altruismo y tantas cosas más, pero además de todo esto necesito pertrecharme de orgullo patrio para competir con sentimiento y pasión con el resto de países del mundo, porque todos lo hacen.
¿Qué tengo que hacer cuando nos toque jugar con los franceses la final del campeonato del mundo de fútbol y canten ellos entusiasmados la Marsellesa?.  ¿Bajo la cabeza o miro al cielo distraído cuando toquen nuestro himno? ¿Cómo reacciono cuándo por diversas circunstancias compatriotas nuestros den la talla junto a soldados de otros países en defensa de la  libertad y la democracia en países necesitados de ello? ¿Omito ser español a pesar del orgullo que mostraren italianos o polacos, por ejemplo?
No tiene sentido nuestro piadoso comportamiento. No soy un tipo cruel y sin sentimientos que pasa olímpicamente de los que sufren en otras partes del mundo, ni mucho menos. Estos temas de solidaridad me preocupan razonablemente y procuro colaborar de vez en cuando con algunas organizaciones humanitarias, pero… ¡Por dios! ¡Hay otras cosas que hacer en la vida….! ¡No venimos a este mundo para sufrir constantemente de manera amarga! ¡No es el planeta un paño de lágrimas ni tampoco tengo que apechugar con la culpa de todo lo malo que ocurre en el mundo! Digo esto porque los españoles debemos ser los que más sufrimos los males ajenos. Y por eso nos elevamos moralmente por encima de los demás. Y nos declaramos ciudadanos del mundo en solidaridad con oprimidos, palestinos, saharauis, okupas, refugiados, inmigrantes etc. Cualquier cosa como excusa con tal de no sentirse orgullosamente español. Que me perdonen pero el buenismo era antaño asuntos de curas y oenegés. Y Ahora resulta que estamos obligados a serlos todos: gobiernos, autonomías, ayuntamientos etc… ¡En fin!..
A veces creo que tanta buena gente y que  tanto se esfuerzan por ayudar (al menos de palabra), son como los misioneros de antaño (casi todos españoles) que se iban a evangelizar el mundo, a salvar almas, mientras los ingleses se forraban. Ahora es lo mismo pero en ateo. Otras veces pienso que nuestra educación ultracatolica de tantos siglos nos hace ser así. Por una parte se nos infla la vena anticlerical y apaleamos curas. Y por la otra, el sentimiento misericordioso de ayudar a los demás pues tenemos una conciencia muy sensible, ahora le llaman solidaridad. No hay más que ver las redes sociales para quedar pasmado con la ingente cantidad de eslóganes, frases o deseos bondadosos y fraternales que exponemos constantemente… ¡Claro! que una cosa es predicar y otra dar trigo.
Uno de los grandes problemas que engendra el no tener patria a la que honrar es que surgen pequeñas patritas diminutas en donde la gente deriva sus sentimientos que no pueden hacerlo con un ente superior. Me explico, Al no ser progre sentirse orgullosamente español, salvo exponerte a ser llamado facha, los ciudadanos reverencian a su región de nacimiento y se cuadran ante su bandera. Aunque la población de dicha región quepa en un par de autobuses de dos plantas.
Perdónenme con la vehemencia que he expresado mi opinión al respecto; me habéis pillado en una tarde de debilidad manifiesta. Que nadie se sienta ofendido, ni aludido, faltaría más…. Todos los puntos de vista son igual de respetables, incluso el mío. jeje
                                                                             Joaquín Yerga
                                      


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