Réquiem por un sentimiento
Patriotismo
es cuando el amor por tu propio pueblo es lo primero; nacionalismo,
cuando el odio por los demás es lo primero.
de
Gaulle
¡Dónde está mi patria! ¡Dónde mi bandera! ¿Quien ha persuadido a mis compatriotas para que se avergüencen
de ella?. Aunque advierto
que son preguntas retóricas que lanzo al aire buscando
complicidad con mis tesis más que respuestas…
Y es que todo
el mundo, excepto nosotros, tienen amor ilimitado por
su país. Lo
defienden a capa y espada y suelen tener tendencias a
creerse un poco mejor que sus vecinos en casi todos los aspectos
medibles: humanos o paisajísticos., ésto pasa
hasta en la Cochinchina. Pero
nosotros
aquí, curiosamente,
debemos
estar más evolucionados que el resto de la humanidad. Tanto es
así
que
hemos
superado fronteras y razas, porque nos creemos ciudadanos del mundo
antes que españoles. Tal
vez
la humanidad algún día lejano llegue a ese grado de perfección y
bonhomía, pero de momento no van por ahí los tiros.
Para
ser sincero, en nuestro país hay excepciones en esto de las
querencias patrias. Los
españoles de ciertas regiones si tienen derecho
de pernada sí son
patriotas, pero de su pequeño terruño. Y
lo que es más triste, son aceptados y comprendidos por
muchos del resto de España. Aludo como todos se imaginan a los
catalanes, vascos o gallegos, ¡claro!
Y
entonces ¿Qué
he hecho yo para tener que resignarme a ser apátrida?.. ¿Por
qué no puedo vanagloriarme de pertenecer a un país democrático,
libre y moderno, de los mejores del mundo? ¡Que alguien me
explique cómo hemos llegado a esto!. Que
nadie se asuste, es como las preguntas anteriores, pura retórica, no espero
respuestas, además creo conocerlas.
Alguna
vez se estudiará en universidades de medio mundo, (como
algo de lo que no hay que hacer bajo ningún concepto)
este autoflagelo que nos han impuesto una minoría al resto.
Mirarán y estudiarán con sorpresa e incredulidad cómo la mayoría
de ciudadanos de un país están acomplejados de pertenecer a él o de airear sus símbolos y logros, aunque estos últimos sean
numerosos.
Y
ese país es, precisamente, la potencia económica
número doce del mundo, de los más democráticos del planeta y con
las leyes penales más garantistas. Un país, insisto, que
es según revistas especializadas de los más deseados para vivir en
él, con los habitantes más longevos, número uno en trasplantes y
quinto en seguridad (con
la que está cayendo)
y
que recibe más de setenta
y cinco millones de turistas al año. Y nosotros avergonzados de
pertenecer a él y contárselo al mundo.
Dirán
algunos (del
pensamiento dominante) que
los verdaderos patriotas se ven pagando impuestos y no llevando
los dineros ilegalmente a Suiza o Andorra… O
también, que lo importante es evitar los desahucios y ayudar a los
pobres; como si una cosa fuese consecuencia de la otra. Estas
irregularidades las comenten en Francia, Inglaterra o
en cualquier parte del mundo. Ningún país se escapa a que algunos
mangantes perpetren esas fechorías. Se puede luchar contra esos
males y además tener un rinconcito del corazón ocupado con el
sentimiento de pertenencia a los tuyos, a un país.
Pero,
aun voy
más lejos en esto de sentirse huérfano de patria, percibo que
me falta algo que sí tienen los demás. En mi vida, como en la de
tantos, hay cabida para mi familia, mis hobbies, mis amigos, mis
vicios, mi altruismo y tantas cosas más, pero
además de todo esto necesito pertrecharme de orgullo patrio para
competir con sentimiento y pasión con el resto de países del mundo, porque todos lo hacen.
¿Qué
tengo que hacer cuando nos toque jugar con los franceses la final del
campeonato del mundo de fútbol
y canten ellos entusiasmados la Marsellesa?. ¿Bajo la cabeza o miro al cielo distraído cuando toquen nuestro
himno? ¿Cómo reacciono cuándo por diversas circunstancias
compatriotas nuestros den la talla junto a soldados de otros países
en defensa de la libertad y la democracia en países
necesitados de ello? ¿Omito ser español a pesar del orgullo que
mostraren italianos o polacos, por ejemplo?
No
tiene sentido nuestro piadoso comportamiento.
No soy un tipo cruel y sin sentimientos que pasa olímpicamente de
los que sufren en otras partes del mundo, ni mucho menos. Estos temas
de solidaridad me preocupan razonablemente y procuro colaborar de vez
en cuando con algunas organizaciones humanitarias, pero… ¡Por
dios! ¡Hay
otras cosas que hacer en la vida….! ¡No
venimos a este mundo para sufrir constantemente de manera amarga! ¡No
es el planeta un paño de lágrimas ni tampoco tengo que apechugar
con la culpa de todo lo malo que ocurre en el mundo! Digo esto
porque los españoles debemos ser los que más sufrimos los
males ajenos. Y
por eso nos elevamos moralmente por encima de los demás. Y
nos declaramos ciudadanos del mundo en solidaridad con oprimidos,
palestinos, saharauis, okupas, refugiados, inmigrantes etc. Cualquier cosa como excusa con tal de no
sentirse orgullosamente español. Que me perdonen
pero
el buenismo era antaño asuntos de curas y oenegés.
Y Ahora
resulta
que estamos
obligados a serlos todos: gobiernos, autonomías, ayuntamientos
etc… ¡En fin!..
A
veces creo que tanta buena gente y que tanto se esfuerzan por
ayudar (al
menos de palabra),
son como los misioneros de antaño (casi
todos españoles)
que se iban a evangelizar el mundo, a
salvar almas, mientras los ingleses se forraban. Ahora es lo mismo
pero en ateo. Otras veces pienso que nuestra educación
ultracatolica de tantos siglos nos hace ser así. Por
una parte se nos infla la vena anticlerical y apaleamos curas. Y
por la otra, el sentimiento misericordioso de ayudar a los demás
pues
tenemos una conciencia muy sensible, ahora le llaman solidaridad. No
hay más que ver las redes sociales para quedar pasmado con la
ingente cantidad de eslóganes, frases o deseos bondadosos y
fraternales que exponemos constantemente… ¡Claro! que una
cosa es predicar y otra dar trigo.
Uno
de los grandes problemas que engendra el no tener patria a la que
honrar es que surgen pequeñas patritas diminutas
en donde la gente deriva sus sentimientos que no pueden hacerlo con
un ente superior. Me explico, Al
no ser progre sentirse orgullosamente español, salvo exponerte a ser llamado facha, los ciudadanos reverencian a su región de nacimiento y se
cuadran ante su bandera. Aunque
la población de dicha región quepa en un par de autobuses de dos
plantas.
Perdónenme
con la vehemencia que he expresado mi opinión al respecto; me habéis
pillado en una tarde de debilidad manifiesta. Que
nadie se sienta ofendido, ni aludido, faltaría más…. Todos los
puntos de vista son igual de respetables, incluso el mío. jeje
Joaquín
Yerga
No hay comentarios:
Publicar un comentario