En tu cama o en la mía.
-¿Dónde
estabas esta mañana?
-No
recuerdo, hace demasiado tiempo de eso.
-¿Qué
harás esta noche?
-Nunca
hago planes con tanta antelación.
--Casablanca--
La
mejor manera de consolarse que concibió la guapa Lauren
Bacall mientras su marido, Humphrey Bogart, agonizaba
en un hospital, fue acostarse con Frank Sinatra.
Hay
que reconocer que la idea no fue del todo mala. Nada mejor superaba
al hecho de enjuagarse las lágrimas encamada con un tipo
tan interesante y deseado como Franky. ¡Qué
mejor que cambiar los lamentos de tristeza y sufrimiento por
gemidos de placer!. Y es que con ésa gente de Hollywood, ya se sabe…
¡libertinos ellos!.
Cuatro
fueron las veces que Humphrey pasó por la vicaria. Su matrimonio más
conocido, el que le emparejó con esta intrigante de ojos
verdes, la bella Lauren. Trabajaron
juntos en el Sueño eterno, de Howard
Hawks, y ya no se separaron. Bueno, eso es mucho decir, como
acabo de contar.
Y ya sabéis que Bogart y
la película Casablanca están indisolublemente
unidos. Un millón de dólares costó rodarla. Pecata
minuta si la comparamos con los 160 millones de la última de Tom
Cruise
Casablanca
es una peli de culto para los amantes del cine, es la excelencia en
cinematografía. Se filmó casi al inicio de la guerra, en 1942,
cuando aún estaban los nazis en sus horas más
altas. Acababan de invadir Francia y gran parte
de Europa.
En
la ciudad de Casablanca, (protectorado francés entonces)
respiraban aires de guerra aunque todavía no la sufrían. Y he aquí
la contradicción: por una parte las autoridades eran francesas pero
los alemanes dominaban la situación. Y en medio estaba Rick con
su famoso garito, nido de intrigas o simple refugio de ludópatas de
la ciudad.
El
director de la peli fue Michael Curtiz, un exiliado judío que huía
de los nazis. Sin duda realizó, quizás sin proponérselo, la
mejor película de la historia del cine. Completó tal vez
inconscientemente, un círculo virtuoso de romanticismo, pundonor y
osadía, que muchos al terminar de ver la peli acabamos complacidos, emocionados, y con el sentido del deber por
las nubes.
Rick,
un tipo en apariencia egoísta e interesado, oculta realmente un
trasfondo de honestidad y romanticismo tal, que es capaz de
jugarse la vida y su amor por la causa de la libertad.
Emociona la
escena final cuando, consciente de la importancia política de los
personajes, Rick facilita la huida de Ilsa (Ingrid
Bergman) a pesar de estar colado por ella, con su nuevo amor Víctor
Laszlo (Paul Henreid) Y es aquí cuando su cómplice, el
sargento de policía francés L. Renault (Claude
Rains) pronuncia tal vez la más famosa frase del
cine “Presiento que este es el principio de una gran amistad”.
En
su día, Casablanca recibió tres Óscar, entre
ellos a la mejor película. Apostaría que si se presentara a la
próxima gala de entrega de ellos se los llevaría todos, de
calle... ¡Amor de cinéfilo!.
Joaquín
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