Quizás
pases con otro que te diga al oído
esas
frases que nadie como yo te dirá;
y,
ahogando para siempre mi amor inadvertido,
te
amaré más que nunca... y jamás lo sabrás.
--J. A. Buesa--
En esto de practicar sexo, los varones hemos tenido suerte. Sí, de toda la vida, salvo honrosas excepciones, hemos ido a lo nuestro sin contar con la parienta. ¡Que la zurzan!, hemos pensado... y nadie nos pedía cuentas.
Nosotros, los machos, al ser de sexo fácil, con desahogarnos en cada ocasión damos por bien concluida la faena, aunque ellas se queden a verlas venir las más de las veces.. Es triste pensar ahora cómo la mayoría de nuestras madres y abuelas se perdieron una de las más hermosas facetas de nuestras vidas, como es disfrutar del sexo sin necesidad de procrear.
Decía todo esto porque, los que rebasamos con creces la cincuentena estamos a medio camino entre el colosal desconocimiento en cuestiones carnales de nuestra juventud y la exagerada exposición al sexo de los jóvenes actuales, y quizás a última hora aún hemos tenido tiempo de emendar la cosa.
Por cierto, que sepáis que, a diferencia de vosotras las mujeres que tenéis un aparato genital y reproductor sofisticadísimo, por lo complejo; el nuestro (casi como el cerebro) es la mar de simplón; pene, testículos, escroto y paren de contar.
Claro, que es justo decir que también participa en el festín del sexo ése órgano casi invisible que nos da satisfacciones de jóvenes y nos amarga la vida de mayores y que llamamos próstata.
Lo dicho, qué egoístas hemos sido.
Joaquín
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