lunes, 11 de diciembre de 2023

Érase un abuelo feliz y un nieto tristón

                                                                                   


Las personas alcanzamos los mayores niveles de bienestar vital en dos etapas: a los 20 años y después de la jubilación. Pues no os extrañéis.. En lo que a mi respecta lo corroboro. Hace ya mucho que pasé los 20 y apenas recuerdo si fui feliz porque los recuerdos se dulcifican con el tiempo, pero en lo de la jubilación, ¡¡Ay, Dios! ¡No la cambio por nada!! 

Expertos sostienen que entre los 40 y los 50 tocamos fondo y es a partir de ese momento cuando todo suele ir a mejor. Y todo porque en ese periodo medio de la vida sufrimos más inestabilidad emocional y en consecuencia nuestra visión de futuro es más pesimista. Sin embargo, una vez alcanzados los 60, ¡Aleluya!, se acelera la curva de la felicidad, que ya no tiene fin.. 

Preguntad, preguntad a los viejos del lugar qué tal andan de felicidad, que ya os dirán ellos con una sonrisa de oreja a oreja que de puta madre, con perdón. Si acaso añoran son los recuerdos de cuando eran niños, y a sus padres..

¿No va a ser feliz un tipo de sesenta y cinco años, con veintitantos años de vida por delante todavía, con no muchos achaques, con su paguita de 1700 euros a perpetuidad, con su piso pagado, viajando casi gratis dos o tres veces al año y con la agenda superocupada de bailes, yogas, sevillanas, tai chí, pilates etc. etc. y todo por el morro? ¡Vamos vamos, a mi que no me digan, estamos todos encantaos!

¡Ah!, y si alguno hay por ahí que os dice que no es feliz del todo, que haberlos haylos, es porque tiene que cuidar a los nietos, sino de qué.😋😊😊😊

En fin



2 comentarios:

  1. Me gustan muchos sus historias, felicidades y seguir disfrutando

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