¡Hay vida más allá de Cataluña!
Si
todo te da igual, estás haciendo mal las cuentas.
A.Einstein
Justamente
ahora, pero hace
un par de años, se celebraron las últimas elecciones catalanas. No
hace falta decirles que de aquellas lluvias vienen estos lodos.
Ni
que decir tiene que los nacionalistas consiguieron mayoría
parlamentaria, junto con los desarrapados de la CUP. Tampoco viene a
cuento recordarles lo que sabemos todos, el desafío
que se propusieron hacer al estado y que éstos días, dos años
después, pretenden
consumarlo. Pero no es mi intención hablarles de esta marabunta catalana que
todo lo impregna, tiempo habrá de
seguir con ello. Mi propósito es desarrollarles una
noticia que también
salió
a la palestra en aquellos días.
A
finales de Septiembre apareció en el panorama informativo mundial la
primicia del
hallazgo
de agua liquida en Marte y por tanto la posibilidad de hallar vida
allí. A
mí la noticia me entusiasmó,
ya empezaba a creer que estábamos solos en este mundo, ¡Y
mira por donde!. Es ilusionante pensar que pudiera haber vida
inteligente en alguna parte, además de en Cataluña.
Hubo
un tiempo, a mitad del siglo XX, que se pensó seriamente en la
existencia de seres vivientes en el planeta
rojo.
Se avistaba, a través de los mermados medios astronómicos con los
que se contaba en esa época, una serie de imágenes que parecían
estructuras realizadas de forma artificial por extraterrestres. De
ahí proviene la creencia en la existencia de marcianos
y ovnis, y
que tanto ha enardecido nuestra imaginación durante décadas. Ahora
por fin, después de años de abandono, o cuanto menos desdén a la
teoría de vida allende nuestro planeta, volvemos otra vez a suspirar
con alienígenas y aventuras marcianas. Aquí en la tierra está todo
ya muy visto, (parodiando a Manuel Vicent)…no existe un rincón que
no hayamos
pisado con nuestras sucias botas.
Abundando
sobre este tema tan desconocido como asombroso, me resulta como poco
deprimente que lleguemos
a saber
absolutamente todo de nuestro planeta. Y
me entristece
que la ciencia haya llegado tan lejos, que incluso se atreva a
fabricar vida de manera artificial. Y, no digamos del enigmático
asunto de la
clonación
de animales o incluso de seres humanos, tal y como
amenaza llevar a cabo algún excéntrico científico… pánico
me da.
Yo,
definitivamente y a medida que me hago mayor más,
me sentiría más seguro físicamente y más humano espiritualmente
si la tecnología o la ciencia tuviese límites éticos. Me abruma
pensar que genéticamente podemos modificar seres humanos a capricho.
Imaginemos por un momento que lleguemos (que llegará) a poder elegir el color del pelo de nuestros bebés o el color de sus
ojos, o su altura. Esa posibilidad estaría más cerca de llenar
nuestro mundo de robocitos prefabricados que de humanos singulares.
El planeta se llenaría de personajitos con apariencia sueca, o
del modelo que estuviese en boga en su momento. No, a mi
no me satisface esa idea, prefiero dejar algo de misterio y de
albedrio
al ser humano. Quiero no llegar a conocer absolutamente todo de él en
cuanto a su naturaleza. Y
no es que esté en contra de la investigación en biología y
genética, o
del desarrollo en cuanto a lo de las células madres,
¡No
es eso!, pero entiendo que algún límite debemos poner para
preservar nuestra esencia como seres humanos.
Debido
al aprecio que tengo por las humanidades desde siempre, las he
antepuesto
a las ciencias. Me interesan
más las personas con todas sus imperfecciones que su mapa
genético. Prefiero indagar en su alma o atender su
razonamiento que preocuparme de las sinopsis neuronales de su
cerebro. Y
por qué no, tengo más
apego por las emociones o al
amor de las
personas,
con sus fortalezas y debilidades que a la calidad de
la serotonina o cantidad de neurotransmisores en su
química cerebral! ¡Qué le vamos a hacer!
Ya
lo sugerí una vez en una reflexión pasada, pero merece la pena
recordarlo. Son los conocidos versos de Bécquer…
Mientras
la ciencia a descubrir no alcance
las
fuentes de la vida,
y en
el mar o en el cielo haya un abismo
que
al cálculo resista;
mientras
la humanidad siempre avanzando
no
sepa a donde
camina;
mientras
haya un misterio para el hombre,
¡Habrá
poesía!
Mañana
seguiremos hablando de Cataluña…
Dicho
queda.
Joaquín
Yerga
26/09/2017
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