La democracia es el proceso que garantiza que no seamos
gobernados mejor
de lo que nos merecemos.
( G.B.Shaw)
Las que estamos viviendo, a mi parecer, están
siendo unas navidades raras. Son las únicas que pasamos sin un
gobierno aun definido, todo está en
trámite. Tengo la impresión, no sé si le pasará a más de uno, que este año se han prolongado más de la
cuenta, y es que las elecciones generales y la larga campaña electoral han
trastocado un poco las sensaciones y las prioridades. Nunca unas elecciones al
parlamento habían coincido, casi, con la navidad.
En el tema político todo
está patas arriba. La formación del gobierno estable que
piden todos los agentes sociales y
económicos se presenta sumamente complicada. Tenemos por delante unos meses de
gran incertidumbre que pudiera afectar a nuestras vidas. Está claro que muchas empresas y fondos de inversión mantienen paralizada sus inversiones
hasta ver qué pasa o qué sale de la
serie de rondas de negociaciones que se avecinan.
Es inédita en nuestro
país la situación de ingobernabilidad que estamos, podemos decir… padeciendo.
Nunca hemos vivido unas circunstancias semejantes. Las soluciones se
presentan difíciles porque ningún partido
tiene un número de escaños tan abrumador (aunque no
tuviese mayoría absoluta) como para que los demás se sintieran constreñidos y
les permitiese gobernar.
Hace un par de años decíamos,
España no es Grecia, por no considerar comparable la distancia en salubridad económica
entre ambos países. Ahora y ciñéndonos al tema estrictamente político recalcamos,
España
no es Italia.
En ese último país se pueden permitir la osadía de funcionar sin presidente y sin gobierno durante décadas. De hecho, desde la segunda guerra mundial ha habido allí una amalgama de partidos políticos desmesurada y han tenido que coaligarse, a veces contranatura, para agrupar escaños y autoridad. Aun así hubo etapas de reiteradas elecciones generales ante la imposibilidad de mayorías, pero, (y he ahí la peculiaridad de este gran país), la economía ha seguido creando riqueza igualmente. Es decir, la clase política va por un lado y la población y la economía por otro, y… todos tan a gusto. Lógicamente y como todos sabemos, España no es así.
En ese último país se pueden permitir la osadía de funcionar sin presidente y sin gobierno durante décadas. De hecho, desde la segunda guerra mundial ha habido allí una amalgama de partidos políticos desmesurada y han tenido que coaligarse, a veces contranatura, para agrupar escaños y autoridad. Aun así hubo etapas de reiteradas elecciones generales ante la imposibilidad de mayorías, pero, (y he ahí la peculiaridad de este gran país), la economía ha seguido creando riqueza igualmente. Es decir, la clase política va por un lado y la población y la economía por otro, y… todos tan a gusto. Lógicamente y como todos sabemos, España no es así.
Aquí en nuestro país
también somos peculiares, pero en otros
sentido, quizás más perverso si cabe. Aquí somos más tercos y montaraces y llevamos la política hasta sus
últimas consecuencias. Me temo que en un
prolongado desgobierno como el italiano volveríamos a las andadas y apuesto que nos daríamos de mamporros, (al menos verbales) a
las primeras de cambio.
Llegó un día, no hace
mucho, que pensé, (pobre de mí), que
habíamos superado las viejas inquinas y odios de nuestro ya conflictivo pasado.
Ahora compruebo que fui un iluso, estaba equivocado de rabo a cabo. Somos excesivos y pasionales, también y, perdóneseme la licencia...un poco ridículos.
Si, ridículos,
porque en el siglo que estamos e integrados de lleno en la Europa moderna y
super desarrollada no valen actitudes extremas. Apenas hay diferencia
entre unas políticas y otras, así que ¿A
qué vienen tantos aspavientos y posturitas?.
Europa nos marca
exactamente lo que tenemos que gastar y
lo que debemos entramparnos. Dentro del presupuesto
que nos...sugiere, el ochenta por
ciento son gastos fijos, es decir, lo
que nos cuesta: sanidad, educación y pensiones.
El veinte por ciento restante sería
lo único que estaría sujeto al criterio del partido en el gobierno y, no creo que haya mucha diferencia en la manera de repartirlo entre unos y otros.
En otros aspectos y
maneras de proceder en la vida ¿Alguien,
de verdad encuentra muchas diferencias
entre dos personas que dan un voto distinto a cada uno de los dos grandes
partidos?
Si en economía nos
debemos a los designios del comisario europeo
Mario Draghi, en el resto de asuntos capitales o
de índole moral ¿Qué nos separa?
El dilema del aborto parece resuelto, la gran mayoría de ciudadanos y de todas
las tendencias políticas no se inmiscuye, prefiere el estado actual. Del
divorcio y adopciones en parejas gais, nadie discrepa ya.
El tema religioso, que
antes era motivo de discordia; ahora la
mayor parte de españoles está por una España
laica o aconfesional. Nos quedan tan solo unos flecos en cuanto financiar más o
menos los colegios concertados… minucias.
Es en la integridad
territorial del país donde pudiera haber más desencuentros, pero aun en ese espinoso asunto, según el resultado de
las últimas elecciones, el setenta y
cinco por ciento de los españoles estaría
en contra de cualquier referéndum
de autodeterminación que signifique romper el país.
Quizás subsista aun discrepancia en la llamada, memoria
histórica, pero… Franco murió hace ya más de
cuarenta años y de la guerra civil la
friolera de setenta y cinco años que terminó.
La inmensa mayoría de españoles no la vivió. Durante la transición hubo
una reconciliación entre todos muy
generosa todos cedieron para terminar
de una vez por todas con las dos Españas.
Abogo, como cualquier
persona sensata, proceder como hacen en todos los países desarrollados del mundo, democráticamente.
Optar por las diferentes opciones políticas, pero como diría Felipe González, sin acritud, porque a todos nos
conviene vivir en paz y armonía en aras de hacer una España próspera.
Imagino que todos los
partidos que acceden a gobernar lo hacen
con la mejor intención, que no es otra que la de mejorar la vida de los
ciudadanos. En los programas electorales de cada uno las diferencias entre ellos, (si me permiten
decirlo), son de matices y es que no hay margen para más.
Por otra parte
estamos de lleno en una sociedad de libre mercado y capitalista en donde la
propiedad privada hay que respetarla absolutamente y eso es lo que priva en el
mundo, llamémosle… civilizado y democrático, por lo tanto no queda otra que respetar sus
normas.
Por supuesto queda la
otra opción… gastar mucho más de lo que se ingresa, intervenir empresas, confiscar bienes de los pudientes o no tan
pudientes, actuar de manera autoritaria y dictatorial una vez en el gobierno
imponiendo ideas revolucionarias caducas, coartar la libertad de prensa y
pensamiento etc. pero para eso habría que salir del organigrama europeo; en la U.E.
no hay cabida para ese tipo de políticas.
Importa mirar por el
bien de los españoles y no tanto el ombligo de cada uno. Deben ceder cada uno
lo posible para alcanzar un buen pacto, por lo menos que dure un par de años,
después que cada partido haga su campaña como siempre. Es mucho el dinero y
prestigio que está en juego cada día
que pasamos sin gobierno, (el coste nunca
lo sabremos), seguro que será muy elevado. Nos jugamos mucho, entre otras
regalías, nuestras pensiones. Lo digo por mi ya avanzada edad, jeje
Joaquín Yerga
29/12/2015