A
veces nuestros labios, como locas
mariposas de amor, se
perseguían;
los tuyos de los míos siempre huían,
y siempre se juntaban nuestras bocas.
los tuyos de los míos siempre huían,
y siempre se juntaban nuestras bocas.
Los
míos murmuraban: -¡Me provocas!
Los tuyos: -¡Me amedrentas!, respondían;
y aunque siempre a la fuga se atenían,
las veces que fugaron fueron pocas.
Los tuyos: -¡Me amedrentas!, respondían;
y aunque siempre a la fuga se atenían,
las veces que fugaron fueron pocas.
(M.
Ugarte)
Y
ahora ella, que soportó sus impertinencias y bobadas tantos años ha llegado al límite. Y aunque sufrió serena y paciente noches de
soledades e indiferencias, y aguantó por amor demasiadas disculpas y
cientos de peregrinas excusas, tira la toalla.
Él
sabe que la vida de su amada no ha sido un camino de rosas. Y sabe
que que ella aún es joven, aunque a sus espaldas acumule ya periodos de
dureza inusitada con otros más livianos y soportables. Y conoce su
historia, marcada de alguna manera por la tierra en que la vio
nacer y por sus tristes e inevitables circunstancias.
La
vio llorar muchas veces, y desesperar, pero es consciente
que esos sentimientos están asumidos y forman parte ya de la
desventurada existencia que le tocó vivir. Y sabe de ella de su
disposición y fortaleza para superar carencias de la vida y
aflicciones de todo tipo y condición.
Y
por ella supo que la vida no regala nada, que lo poco que se consigue
hay que ganarlo a pulso. Evidentemente el destino con ella no iba
hacer ninguna excepción... No, no fue indulgente... y luchó,
trabajo, sufrió, perseveró y mintió y también se engañó. Y
disfrutó y se enamoró, todo con pasión, como es ella…
Vivió
con ella, ya mujer, avatares poco amables de la vida. Y comprobó su
fortaleza, y cómo soportó impávida sus duras consecuencias, sin
queja. Y es que ella pertenece, sin duda, a una de las
generaciones más sólidas de mujeres que hemos tenido la suerte
de atesorar en nuestro país. Porque ellas, que fueron hijas
ejemplares que adoraban y respetaban a sus madres, son ahora madres
sufridas e impecables entregadas a sus afortunados hijos.
Pero,
no, aun no es tarde, él lo sabe y va a intentarlo todo porque se
trata de su propia vida. La quiere más que nadie pero no supo
hacérselo saber ni comprender. Y aunque es cierto que nunca un
detalle, nunca un, "te quiero", ella lo es todo para él.
Va a insistir, va rogar, va a cambiar sus prioridades absolutamente,
porque...
Ésa
mujer que vive que siente y que brega con la vida, trabajadora
incansable, admirable madre y que a veces le dice que está harta de
todo y de todos, es su compañera y amiga, A ésa señora, que
le debe más de treinta años de dedicación exclusiva, sin embargo
no ha sabido hacerla lo feliz que ella se merece.
Ésa
mujer, que a veces se aflige porque no se divierte lo que debiera, y
que sueña, anhelando ser la amada de aquel bolero, es la madre
de sus hijos. A ésa mujer, aún no sabe cómo decirle que lo siente,
por sus torpezas, por su egoísmo, pero que es la mujer de su vida y
aunque no sepa quererla de la forma que a ella le gustaría, siempre
la querrá con todo su corazón. Y ambiciona, como diría el poeta, a
que le ame cuando menos se lo merezca, porque posiblemente será
cuando más la necesite.
Joaquín
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