¿Quién, ante la magnificencia de un cielo estrellado no ha suspirado alguna vez pensando en un amor perdido? A mí que me registren, pero sé de muchos, y muchas, que si lo han sentido alguna vez...
El pequeño Albert Einstein, que fue muy precoz en asuntos astronómicos, no pensaba precisamente en amantes perdidas ni en románticos cielos azules, ¡qué va! él se imaginaba qué vería a su alrededor si pudiese volar por ése espacio infinito subido en un rayo a la velocidad de la luz..
Ya de adulto, Einstein nos enseñó que a pesar de que las distancias son enormes en el Universo, podemos salvarlas porque éstas son, sólo relativamente, grandes.
Fijaos:
La galaxia mas cercana a la nuestra es Andrómeda, y está a la friolera de 2 millones de años luz, es decir, si todo ocurriese según lo entendemos en la tierra, tardaríamos en poner un pie allí, 2 millones de años, yendo a la velocidad de la luz (300.000 kilómetros por segundo). pero según la Relatividad de Einstein esto no es así.
Observad qué cosa más curiosa: si pudiéramos fabricar una nave y fuésemos a un 99´00% de la velocidad de la luz, tardaríamos en llegar 28.000 años, ¡buah, pecata minuta!.
Pero hay más, si alcanzáramos el 99,99999% de dicha velocidad, en 283 años estaríamos allí.
No obstante, según Einstein, si la nave fuese la repera y lográsemos ir al 99´999999999% de la velocidad de la luz, en poco más de dos años estaríamos haciendo una barbacoa en Andrómeda, o sea, según nos acercamos al 100% de ésa mítica velocidad, el espacio se contrae, se hace curvo y por muy lejos que esté donde vayamos se nos pone aquí al ladito
¡Qué cosas! ¡No me digáis que sabíais esto!...😏😏😏
Joaquín