Lo más intimo de ella.
Quisiera
esta tarde divina de octubre
pasear
por la orilla lejana del mar,
que
la arena de oro,y la aguas verdes,
y
los cielos puros me vieran pasar.
(Alfonsina
Storni)
Ava
se despertó esa mañana soñolienta y casi desnuda en su lujoso
lecho del hotel Hilton de Madrid. Apenas entornó sus inmensos ojos
verdes, aun enrojecidos por la juerga de la noche anterior, contempló
al otro lado de la cama la espigada figura de su último amante
vistiéndose deprisa y de manera torpe.
Los
rayos de sol de esa hermosa mañana de primavera entraba a raudales
traspasando visillos y cortinas, y llenando de luz blanca la habitación. Ava se incorporó, desconcertada, y posó fijamente
su vidriosa mirada en el hombre, y entonces lo reconoció, era Luis
Miguel. Le deseó buenos días, y volvió a dormirse...
Aparecía
hace un par de días en el diario El país un suculento articulo
sobre algunos actores y actrices consagrados de Hollywood. Ponía el
foco especialmente en la estupenda Ava Gadner, apodada en su día “El
animal mas bello de la tierra”. Pero la crónica no iba de su
trabajo profesional, que fue bueno y extenso, sino de su vida privada
y su relación con nuestro país.
Ava
fue una mujer desinhibida total y parece que hizo, en todas las
facetas de su vida, lo que le daba la real gana. Afortunadamente en
los asuntos del sexo ha habido grandes cambios y ya no provoca tanta
expectación como antes, sin embargo a los que somos de otra época
estos temas nos sigue produciendo mucho morbo. Lo digo por lo que
hizo ella.
Como
actriz reconozco no disponer de conocimientos suficientes para
catalogarla como buena o mala. Es más, de las muchas películas que
hizo apenas he visto diez o doce y casi ninguna de ellas es de mi
gusto ni la escogería como obra maestra del cine, salvo, quizás
“Mogambo” y “La Condesa Descalza”.
Vino
a España allá por 1951 a rodar la película “Pandora y el
holandés errante” y entre rodaje y rodaje se encamaba con Marió
Cabré, un torero catalán de fina estampa. Cabré reconoció que no
solo sexo buscaba en Ava, se enamoró de ella como un ceporro
(palabras textuales).
No
sabemos porqué Ava Gadner se sentía tan cómoda en España, pero a
partir de pisar por vez primera nuestro país iba y venia cada vez
que tenia ocasión. Hasta un punto tal le gustó que decidió
quedarse a vivir entre nosotros. Y eso que entonces acabábamos de
salir de la posguerra y padecíamos un ambiente mas bien pacato.
Los
años en que Ava residió en Madrid fueron, a decir muchos, años de
cierta relajación festiva en algunos lugares puntuales de la ciudad.
Ella se compró primero un chalecito en La Moraleja y más tarde se
mudó al pudiente barrio del Viso (cerca de la calle Serrano) pero
sus juergas se las corría en una lujosa habitación de ciento
cuarenta metros cuadrados del hotel Hilton de la Castellana. Allí se
acostaba con todos los que le apetecía y más; el más conocido,
Luis Miguel Dominguín (padre de Miguel Bosé). Según parece le
ponía los toreros espigados.
Ava
estaba casada en esa época con Frank Sinatra (para él fue el amor
de su vida). Al enterarse éste de sus coyundas con Dominguín vino
“echando leches” en su avión privado, y creo, según contaba el
maitre del hotel, que las broncas entre ellos fueron apoteósicas.
Pero
no solo toreros saborearon sus besos y desenfrenos amorosos, también
se encaprichó, por ejemplo, de un esbelto botones del hotel, al que
traía por cierto y según contaban, hecho una piltrafa por sus
excesos. Dijeron que el director del hotel quiso despedirlo pero
intercedió el mánager de la actriz diciéndole -¿Qué hubiera
hecho usted si Ava Gadner te pide que te acuestes con ella?… pues
eso.
Las
largas veladas de sexo las terminaba en el hotel, pero las juergas
comenzaban en el bar Chicote, en Gran Vía. Eran tan intensas y
corría tanto el whisky que una vez, totalmente ebria, llegó a parar
en la misma Puerta del Sol un camión de la basura para que le
llevara el hotel.
Sin
embargo, no solo ella fue el único personaje famoso y excéntrico
que pasó por ése hotel, entonces de moda, también disfrutaron de
sus lujosas habitaciones, Sofía Loren, Bette Davis, Cary Grant,
Robert Mitchum, Charlon Heston o Marlon Brando. De éste último
contaban en el articulo de El País unas anécdotas cuanto menos
intrigantes.
Marlon
Brando llegó a Madrid en 1959 a rodar la película, “El capitán
Jones” y contaba Enrique, el maitre del Hilton, que la primera
noche pidió que le subieran uno o dos patos. ¿Cómo los quieres?
-le preguntaron ¿En confit o a la naranja? -No, no los quiero vivos.
A la mañana siguiente cuando subió la chica que limpiaba las
habitaciones se encontró un paisaje alucinante, plumas por todos los
lados, sangre en las paredes etc. ¿Qué demonios haría en su
intimidad el amigo Marlon? No sé si algún día lo sabremos, aunque
me temo que se llevó su escabroso secreto a la tumba.
Hay
publicados montones de libros y artículos sobre la vida intima de
los actores y actrices de Hollywood, sobre todo los de su época
dorada, que fueron los más libidinosos. Yo he leído algunos y puedo
asegurar, que para los que somos especialmente cotillas y morbosos,
es una delicia. La mayoría de aquellos famosos llevaban sin pudor la
doble vida que le proporcionaba su trabajo. Por un lado la ficticia
que mostraban en la gran pantalla, es decir, la de valientes,
intachables, íntegros, atrevidos... Luego estaban sus vidas reales:
viciosas, libertinas o caprichosas, por decir algo… y que a mí me
encanta.
Por
cierto, nuestra guapa Ava Gadner hubiera cumplido este año, 95 años,
pero murió demasiado pronto, treinta y cinco años antes. Y es que
los excesos de alegría se pagan.
Dicho
queda…
Joaquin Yerga
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