miércoles, 7 de febrero de 2018

Lo más intimo de ella.




Quisiera esta tarde divina de octubre
pasear por la orilla lejana del mar,
que la arena de oro,y la aguas verdes,
y los cielos puros me vieran pasar.

(Alfonsina Storni)

Ava se despertó esa mañana soñolienta y casi desnuda en su lujoso lecho del hotel Hilton de Madrid. Apenas entornó sus inmensos ojos verdes, aun enrojecidos por la juerga de la noche anterior, contempló al otro lado de la cama la espigada figura de su último amante vistiéndose deprisa y de manera torpe.
Los rayos de sol de esa hermosa mañana de primavera entraba a raudales traspasando visillos y cortinas, y llenando de luz blanca la habitación. Ava se incorporó, desconcertada, y posó fijamente su vidriosa mirada en el hombre, y entonces lo reconoció, era Luis Miguel. Le deseó buenos días, y volvió a dormirse...
Aparecía hace un par de días en el diario El país un suculento articulo sobre algunos actores y actrices consagrados de Hollywood. Ponía el foco especialmente en la estupenda Ava Gadner, apodada en su día “El animal mas bello de la tierra”. Pero la crónica no iba de su trabajo profesional, que fue bueno y extenso, sino de su vida privada y su relación con nuestro país.
Ava fue una mujer desinhibida total y parece que hizo, en todas las facetas de su vida, lo que le daba la real gana. Afortunadamente en los asuntos del sexo ha habido grandes cambios y ya no provoca tanta expectación como antes, sin embargo a los que somos de otra época estos temas nos sigue produciendo mucho morbo. Lo digo por lo que hizo ella.
Como actriz reconozco no disponer de conocimientos suficientes para catalogarla como buena o mala. Es más, de las muchas películas que hizo apenas he visto diez o doce y casi ninguna de ellas es de mi gusto ni la escogería como obra maestra del cine, salvo, quizás “Mogambo” y “La Condesa Descalza”.
Vino a España allá por 1951 a rodar la película “Pandora y el holandés errante” y entre rodaje y rodaje se encamaba con Marió Cabré, un torero catalán de fina estampa. Cabré reconoció que no solo sexo buscaba en Ava, se enamoró de ella como un ceporro (palabras textuales).
No sabemos porqué Ava Gadner se sentía tan cómoda en España, pero a partir de pisar por vez primera nuestro país iba y venia cada vez que tenia ocasión. Hasta un punto tal le gustó que decidió quedarse a vivir entre nosotros. Y eso que entonces acabábamos de salir de la posguerra y padecíamos un ambiente mas bien pacato.
Los años en que Ava residió en Madrid fueron, a decir muchos, años de cierta relajación festiva en algunos lugares puntuales de la ciudad. Ella se compró primero un chalecito en La Moraleja y más tarde se mudó al pudiente barrio del Viso (cerca de la calle Serrano) pero sus juergas se las corría en una lujosa habitación de ciento cuarenta metros cuadrados del hotel Hilton de la Castellana. Allí se acostaba con todos los que le apetecía y más; el más conocido, Luis Miguel Dominguín (padre de Miguel Bosé). Según parece le ponía los toreros espigados.
Ava estaba casada en esa época con Frank Sinatra (para él fue el amor de su vida). Al enterarse éste de sus coyundas con Dominguín vino “echando leches” en su avión privado, y creo, según contaba el maitre del hotel, que las broncas entre ellos fueron apoteósicas.
Pero no solo toreros saborearon sus besos y desenfrenos amorosos, también se encaprichó, por ejemplo, de un esbelto botones del hotel, al que traía por cierto y según contaban, hecho una piltrafa por sus excesos. Dijeron que el director del hotel quiso despedirlo pero intercedió el mánager de la actriz diciéndole -¿Qué hubiera hecho usted si Ava Gadner te pide que te acuestes con ella?… pues eso.
Las largas veladas de sexo las terminaba en el hotel, pero las juergas comenzaban en el bar Chicote, en Gran Vía. Eran tan intensas y corría tanto el whisky que una vez, totalmente ebria, llegó a parar en la misma Puerta del Sol un camión de la basura para que le llevara el hotel.
Sin embargo, no solo ella fue el único personaje famoso y excéntrico que pasó por ése hotel, entonces de moda, también disfrutaron de sus lujosas habitaciones, Sofía Loren, Bette Davis, Cary Grant, Robert Mitchum, Charlon Heston o Marlon Brando. De éste último contaban en el articulo de El País unas anécdotas cuanto menos intrigantes.
Marlon Brando llegó a Madrid en 1959 a rodar la película, “El capitán Jones” y contaba Enrique, el maitre del Hilton, que la primera noche pidió que le subieran uno o dos patos. ¿Cómo los quieres? -le preguntaron ¿En confit o a la naranja? -No, no los quiero vivos. A la mañana siguiente cuando subió la chica que limpiaba las habitaciones se encontró un paisaje alucinante, plumas por todos los lados, sangre en las paredes etc. ¿Qué demonios haría en su intimidad el amigo Marlon? No sé si algún día lo sabremos, aunque me temo que se llevó su escabroso secreto a la tumba.
Hay publicados montones de libros y artículos sobre la vida intima de los actores y actrices de Hollywood, sobre todo los de su época dorada, que fueron los más libidinosos. Yo he leído algunos y puedo asegurar, que para los que somos especialmente cotillas y morbosos, es una delicia. La mayoría de aquellos famosos llevaban sin pudor la doble vida que le proporcionaba su trabajo. Por un lado la ficticia que mostraban en la gran pantalla, es decir, la de valientes, intachables, íntegros, atrevidos... Luego estaban sus vidas reales: viciosas, libertinas o caprichosas, por decir algo… y que a mí me encanta.
Por cierto, nuestra guapa Ava Gadner hubiera cumplido este año, 95 años, pero murió demasiado pronto, treinta y cinco años antes. Y es que los excesos de alegría se pagan.
Dicho queda…
                                                                                      Joaquin Yerga


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