Y así, años y años, hasta que, finalmente,
te morirás un día, como toda la gente.
Y voces que aún no existen sollozarán tu nombre.
Y cerrarán tus ojos los hijos de otro hombre.
---J. A. Buesa--
¿Qué quién fue Rasputín? Pues un monje campesino analfabeto sin escrúpulos y con ciertas cualidades sanatorias. Y más, mucho más. Fijaos:
Un día se lo presentaron a Alejandra, esposa del zar de Rusia, Nicolás II, para que aliviara los males de su hijo (padecía de hemofilia). El caso es que con los remedios de Rasputín el chico mejoró momentáneamente y, ¡Ay, Dios!, a partir de entonces la zarina y su marido le cogieron tal afecto que se convirtió como uno más de la familia, y él se aprovechó, claro..
Rasputín era un tipo alto, con el pelo negro y ojos increíblemente azules, impresionaba su penetrante mirada. Pero tenía un punto débil: su manera de ser violenta, arrogante y viciosa. Sus borracheras eran tan sonadas como su desenfrenada vida sexual.
Hay constancia de que alardeaba de su enorme miembro viril. Cuentan que damas y cortesanas se daban de tortas por acostarse con él. Una de ellas aprovechó cuando a su muerte le hacían la autopsia para cortarle su increíble falo. Creéroslo, fue una reliquia muy apreciada. Corrió el rumor de una supuesta buena suerte al que la poseyera. Ahora se conserva en formol en un museo de San Petersburg. Mide veinticinco centímetros de largo y es grueso como la muñeca de una mano.
Peor fue su manera de morir, Un día le propusieron un encuentro amoroso con una prima de la zarina. Previamente habían envenenado con cianuro unos pasteles. El tipo se tomó unos cuantos, pro no estiraba la pata ni a la de tres, así que el cabecilla de los conjurados, el príncipe Yusupov, les descerrajó dos tiros en la cabeza con una pistola browning,
Rasputín profetizó al Zar poco antes de morir: “Cuando suene tres veces la campana, será para anunciar que me han matado. Si me matan gente común, vos y vuestros hijos gobernaréis Rusia en los siglos venideros, pero si quienes lo hacen son de vuestra condición (nobles) moriréis a manos del pueblo ruso. ¡Rogad, zar de Rusia, rogad!”.
Acertó de lleno Rasputín, el monje loco, el Zar y toda su familia fueron fusilados y sus cuerpos quemados.
Por cierto, acordaos que hasta el grupo musical Boney M le sacó una canción.
Joaquín
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