lunes, 16 de noviembre de 2015

Yo, no soy francés

 Creer es más fácil que pensar.  He ahí la razón de que hayan más creyentes.
           (A. Einstein)
 
  Perdónenme la licencia por el título escogido para el artículo, lo he buscado así solo para provocar… un poco. Por supuesto que me solidarizo con París y con los franceses en general, ¡Faltaría más !!  pero,  acorde con  mi estilo pienso que la solución no está en la simbología que por otra parte tan de moda está y que tanto abusamos de ella, sobre todo ahora con el invento este de las redes sociales.
  Yo no soy francés… porque entre otras cosas soy español  y con mucho orgullo por cierto, lo que no merma en absoluto mi pesar por las muertes sin sentido provocadas por estos fanáticos religiosos. Por esta regla de tres próximamente habrá que decir que... Yo también soy italiano o inglés  o alemán quien sabe, visto lo visto. Esta gente está dispuesta  a matar en cual sitio. Cualquier ciudad importante de Europa o diría más  del mundo es susceptible de sufrir un atentado tan sangriento como el de París.  ¿Qué tiempo vamos a tardar en poner en Facebook  o en Twiter... Yo también soy madrileño o barcelonés ? como bien señalaba en su articulo Ignacio Camacho, el domingo pasado.
  Yo no soy francés, porque ya era español cuando el atentado de Madrid del 2003, y cuando en enero de este año otros terroristas iluminados también en París, en la redacción de la revista Charlie Ebdo, acabaron con la vida de otras muchas personas,  o igualmente cuando en Londres colocaron unas bombas en el Metro con la misma intención y… tan veces más. También en estas ocasiones salimos a la calle y encendimos velas y muchos fueron comprensivos buscando culpables en los dirigentes políticos occidentales por su intervención en Oriente Medio. Y.., pregunto, aunque esto último  hubiese sido  la excusa,  tampoco habría  la más mínima justificación para entrar a saco en una discoteca en donde jóvenes inocentes se divertían y masacrarlos a sangre fría. Incluso apostaría que mas de algún nombre musulmán  aparecerá en la larga lista de fallecidos mezclados entre la  multitud.  ¡Claro!  que estos harán buenas migas con ellos, allá, en el paraíso prometido. El resto, cristianos o budistas, irán derechito al infierno.
  Yo no soy francés,  aunque pienso exactamente igual que ellos y es creer a pies juntillas en la libertad del individuo por encima de todas las cosas,  sin ataduras políticas ni religiosas, la única excepción… el respeto a mi semejante aunque piense de distinta manera.  Comparto y opino exactamente igual que cualquier europeo, descendiente de los sufridos compatriotas que dieron su vida y padecieron todo tipo de intolerancia durante siglos para que ahora nosotros vivamos en paz y democracia y hayamos superado por fin tanto fanatismo religioso patrio.
  Yo no soy francés,  pero si soy su vecino  y comparto en silencio su sufrimiento pero sin aspavientos. También su tristeza e incredulidad por el atentado,  cometido por cierto por compatriotas suyos.  Compatriotas si, porque ellos nacieron en Francia aunque sus padres llegaron de Marruecos o Argelia y ahí encontraron cobijo y educación y posiblemente becas y ayudas para sus hogares,  prebendas que allá en África ni soñaban si quiera. Y ahora ese es el precio con que les pagan.
  Es verdad que cuando Busch y sus aliados intervinieron en Iraq rompieron el frágil equilibrio de la zona y con ello y, ahora lo comprobamos, el equilibrio  del mundo.
  Es verdad  que en ese país había una dictadura férrea y sangrienta que tenia tan solo apaciguado a su pueblo gracias al terror. Y que Saddam  Hussein y su familia eran un nido de corruptos enriquecidos con el poder y que a menudo utilizaba armas químicas para subyugar a los discrepantes, pero visto lo visto mejor hubiese sido no haber intervenido, haber dejado las cosas como están,  haber hecho oídos sordos y cerrado los ojos ante las barbaridades que hacían, nos hubiésemos ahorrado este horror y esta incertidumbre.
  Es verdad que en Libia había un feroz dictador, megalómano y cruel que aterrorizaba a su pueblo, pero así gobernó durante muchas décadas y la zona estaba tranquila, aunque fuese la paz del cementerio. Desde que ejecutaron a Gadafi , ahora el país es un erial en lo social, en seguridad  y en cualquier cosa civilizada que se precie.  Es más, si siguen así las cosas los radicales islamistas seguidores de estos mártires de las bombas ocuparan todo el país y entonces tendremos a nuestras puertas traseras otra verdadera fabrica de terroristas.
 Es verdad que occidente se portó mal a lo largo de la historia en Oriente Medio y que intrigó todo lo que pudo para sacar tajada con el petróleo, pero es historia pasada. También ellos hicieron estragos con vecinos  y enemigos. Los mayores enemigos de los musulmanes son ellos mismos, se masacran sin pudor. Cualquier individuo medianamente informado sabe de la animadversión entre Suníes y Chiíes, las dos ramas mayoritarias del islam. Y lo que es peor las diferencias entre ellos son nimias y provienen del siglo VIII.  Estas desavenencias tiene mucho que ver en la formación del llamado Estado Islámico y las calladas pero terribles disputas por hegemonías religiosas en los países de la zona, Arabia Saudita, Irán o Turquía.
 Es verdad que intereses oscuros debidos al  llamado Oro negro provocó un desmesurado interés de los países occidentales por el próximo oriente perjudicando el status quo,  pero no es menos cierto que muchos países se han enriquecido por ello gracias a occidente que lo compra. Hoy en día países de la zona están considerados de los más ricos del mundo,  Arabia, Kuwait, Emiratos etc. y para otros como Argelia, Irán etc. el petróleo y sus derivados es su mayor fuente de ingresos. Por otra parte nosotros no intervenimos ahí, en la antigua Mesopotamia, para ocupar países, ni perseguimos conversiones religiosas, por lo tanto esta injustificado el odio aparente de los radicales musulmanes hacia occidente.
  Imagino que después del fiasco de la primavera árabe (tan solo Túnez y Turquía conviven en democracia) tendremos que replantearnos  futuras intervenciones en países musulmanes.  Dejemos que ellos se administren a su antojo. No todo el mundo tiene que coexistir bajo el modelo occidental.
  Es verdad también que quizás en aras de una superioridad cultural y democrática nos permitimos el lujo de admitir a millones de musulmanes  concediéndoles privilegios que ellos nos lo niegan en sus países, por ejemplo,  la enorme proliferación de mezquitas o  indumentarias  que bordean el límite de exigible en nuestra cultura. En muchas de esas instituciones religiosas se arengan a fieles en contra de la civilización que les da cobijo, comprensión y ayuda.
 La gran prerrogativa con las que cuentan ellos (los fanáticos) es el poco aprecio que tienen por  la vida terrenal (única conocida por otra parte) y la debilidad nuestra para el sufrimiento. Con eso juegan y por eso será muy difícil ganarles. Cometer graves atentados es muy fácil en nuestras grandes ciudades y el eco que produce es enorme, así que habrá que atarse los machos y convivir con ellos.  Eso sí, sin ceder un ápice de nuestra libertad y manera ilustrada de vivir.
 Si la situación se hiciera insostenible habrá que ir pensando en medidas más drásticas. De momento nos iremos apañando con banderitas en facebook  y velas en las zonas cero de la ignominia.  Ahí lo dejo…
                                                                                         Joaquín Yerga
                                                                                           16/11/2015





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