Creer es más fácil que
pensar. He ahí la razón de que hayan más
creyentes.
(A. Einstein)
Perdónenme la licencia por el título escogido para el artículo, lo he buscado así solo
para provocar… un poco. Por supuesto que me solidarizo con París y con los
franceses en general, ¡Faltaría más !! pero,
acorde con mi estilo pienso que la solución no está en
la simbología que por otra parte tan de moda está y que tanto abusamos de ella,
sobre todo ahora con el invento este de las redes sociales.
Yo no soy francés… porque
entre otras cosas soy español y con
mucho orgullo por cierto, lo que no merma en absoluto mi pesar por las muertes
sin sentido provocadas por estos fanáticos religiosos. Por esta regla de tres
próximamente habrá que decir que... Yo también soy italiano o inglés
o alemán quien sabe, visto lo visto. Esta gente está dispuesta a matar en cual sitio. Cualquier ciudad importante
de Europa o diría más del mundo es susceptible de sufrir un
atentado tan sangriento como el de París. ¿Qué tiempo vamos a tardar en poner en
Facebook o en Twiter... Yo también soy madrileño o barcelonés ? como bien señalaba en su articulo Ignacio Camacho, el domingo pasado.
Yo no soy francés, porque
ya era español cuando el atentado de Madrid del 2003, y cuando en enero de este
año otros terroristas iluminados también en París, en la redacción de la
revista Charlie Ebdo, acabaron con la vida de otras muchas personas, o igualmente cuando en Londres colocaron unas
bombas en el Metro con la misma intención y… tan veces más. También en estas ocasiones salimos a la
calle y encendimos velas y muchos fueron comprensivos buscando culpables en los
dirigentes políticos occidentales por su intervención en Oriente Medio. Y.., pregunto, aunque esto último hubiese sido la excusa, tampoco habría la más mínima justificación para entrar a saco
en una discoteca en donde jóvenes inocentes se divertían y masacrarlos a sangre
fría. Incluso apostaría que mas de algún nombre musulmán aparecerá en la larga lista de fallecidos mezclados entre la multitud. ¡Claro!
que estos harán buenas migas con ellos, allá, en el paraíso prometido. El
resto, cristianos o budistas, irán derechito al infierno.
Yo no soy francés, aunque pienso exactamente igual que ellos y es creer
a pies juntillas en la libertad del individuo por encima de todas las cosas, sin ataduras políticas ni religiosas, la única
excepción… el respeto a mi semejante aunque piense de distinta manera. Comparto y opino exactamente igual que
cualquier europeo, descendiente de los sufridos compatriotas que dieron su vida y padecieron
todo tipo de intolerancia durante siglos para que ahora nosotros vivamos en paz
y democracia y hayamos superado por fin tanto fanatismo religioso patrio.
Yo no soy francés, pero si soy su
vecino y comparto en silencio su
sufrimiento pero sin aspavientos. También su tristeza e incredulidad por el atentado,
cometido por cierto por compatriotas
suyos. Compatriotas si, porque ellos nacieron en Francia aunque sus
padres llegaron de Marruecos o Argelia y ahí encontraron cobijo y educación y
posiblemente becas y ayudas para sus hogares, prebendas que allá en África ni soñaban si
quiera. Y ahora ese es el precio con que les pagan.
Es verdad que cuando Busch y
sus aliados intervinieron en Iraq rompieron el frágil equilibrio de la zona y
con ello y, ahora lo comprobamos, el equilibrio del
mundo.
Es verdad que en ese país había una dictadura férrea y sangrienta
que tenia tan solo apaciguado a su pueblo gracias al terror. Y que Saddam Hussein y su familia eran un nido de
corruptos enriquecidos con el poder y que a menudo utilizaba armas químicas
para subyugar a los discrepantes, pero visto lo visto mejor hubiese sido no haber
intervenido, haber dejado las cosas como están,
haber hecho oídos sordos y cerrado los ojos ante las barbaridades que
hacían, nos hubiésemos ahorrado este horror y esta incertidumbre.
Es verdad que en Libia
había un feroz dictador, megalómano y cruel que aterrorizaba a su pueblo, pero
así gobernó durante muchas décadas y la zona estaba tranquila, aunque fuese la paz del cementerio. Desde que
ejecutaron a Gadafi , ahora el país es un erial en lo social, en seguridad y en cualquier cosa civilizada que se precie. Es más, si siguen así las cosas los radicales
islamistas seguidores de estos mártires de las bombas ocuparan todo el país y
entonces tendremos a nuestras puertas traseras otra verdadera fabrica de
terroristas.
Es verdad que occidente se
portó mal a lo largo de la historia en Oriente Medio y que intrigó todo lo que pudo para sacar tajada
con el petróleo, pero es historia pasada. También ellos hicieron estragos con
vecinos y enemigos. Los mayores enemigos
de los musulmanes son ellos mismos, se masacran sin pudor. Cualquier individuo
medianamente informado sabe de la animadversión entre Suníes y Chiíes, las dos
ramas mayoritarias del islam. Y lo que es peor las diferencias entre ellos son nimias y
provienen del siglo VIII. Estas desavenencias tiene mucho que ver en la formación del llamado Estado Islámico y las calladas pero terribles disputas por hegemonías religiosas
en los países de la zona, Arabia Saudita, Irán o Turquía.
Es verdad que intereses
oscuros debidos al llamado Oro negro
provocó un desmesurado interés de los países occidentales por el próximo oriente perjudicando el status quo, pero no es menos cierto que muchos países se
han enriquecido por ello gracias a occidente que lo compra. Hoy en día países de
la zona están considerados de los más ricos del mundo, Arabia, Kuwait, Emiratos etc. y para otros como Argelia, Irán etc. el petróleo
y sus derivados es su mayor fuente de ingresos. Por otra parte nosotros no intervenimos ahí, en la antigua Mesopotamia, para ocupar países,
ni perseguimos conversiones religiosas, por lo tanto esta injustificado el odio
aparente de los radicales musulmanes hacia occidente.
Imagino que después del fiasco de la primavera árabe (tan solo Túnez y Turquía
conviven en democracia) tendremos que replantearnos futuras intervenciones en países musulmanes. Dejemos que ellos se administren a su antojo.
No todo el mundo tiene que coexistir bajo el modelo occidental.
Es verdad también que quizás en aras de
una superioridad cultural y democrática nos permitimos el lujo de admitir a millones
de musulmanes concediéndoles privilegios
que ellos nos lo niegan en sus países, por ejemplo, la enorme proliferación de mezquitas o indumentarias que bordean el límite de exigible en nuestra
cultura. En muchas de esas instituciones religiosas se arengan a fieles
en contra de la civilización que les da cobijo, comprensión y ayuda.
La gran prerrogativa con las que cuentan ellos (los fanáticos) es el poco aprecio que tienen por la
vida terrenal (única conocida por otra parte) y la debilidad nuestra para el
sufrimiento. Con eso juegan y por eso será muy difícil ganarles. Cometer graves
atentados es muy fácil en nuestras grandes ciudades y el eco que produce es
enorme, así que habrá que atarse los machos y convivir con ellos. Eso sí, sin ceder un ápice de nuestra libertad
y manera ilustrada de vivir.
Si la situación se hiciera insostenible habrá que
ir pensando en medidas más drásticas. De momento nos iremos apañando con
banderitas en facebook y velas en las
zonas cero de la ignominia. Ahí lo dejo…
Joaquín Yerga
16/11/2015
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