viernes, 24 de abril de 2015

A propósito de la vida.






La vida es efímera. Disfrútala al máximo, total, no vas a salir vivo de ella.
(Anónimo)

Murió hace poco la persona mas vieja del mundo, que no era otro, por cierto, que nuestro compatriota Francisco Núñez. Ahora otro habrá ocupado ya su lugar. Tenia ya, el hombre, 113 años y según e´l había llevado una vida rural y tranquila, aunque participó en varias guerras como en la de África o la Guerra Civil. Nos aseguraba en una entrevista reciente que nunca tuvo enemigos declarados y que comía sano. Evidentemente debía tener, además de todo eso, un cuadro genético envidiable.
Al hilo de esta anhelada, por todos, longevidad y aun sabiendo que ahora y por diversos motivos vivimos más, no sé si somos realmente conscientes de la insoportable brevedad de la vida. A mi humilde modo de ver las cosas deberíamos actuar de otra manera, más inteligente si cabe, yo lo intento. Me explico…
Todos hemos sido testigos alguna vez de episodios inconcebibles de personas que se complica la vida sin necesidad ni fundamento. Por lógica esas osadías no les ayudarán a vivir más años. Me estaba acordando del pamplinas de Puigdemot y sus compinches, que moraban felices haciendo lo que les daba la gana en sus respectivos terruños, y ahora, o están fugados vagando extraviados por Europa o en la cárcel y sin esperanza de ver la luz del sol durante años. Y todo por su mala cabeza. Ya nos decía el poeta romano Lucrecio en el siglo II a.c.: ¡Oh míseras mentes humanas! ¡Oh ciegos corazones!  ¡En qué tinieblas de la vida, en cuán grandes peligros se consume este tiempo, tan breve! ¿Nadie ve, pues, que la Naturaleza no reclama otra cosa sino que del cuerpo se aleje el dolor, y que, libre de miedo y cuidado, ella goce en la mente un sentimiento de placer?
También sabemos de gente que lleva una existencia de escasez y penuria pudiéndose permitir una vida mejor. Y no solo es cuestión de una deficiente política económica doméstica la que impide a muchos disfrutar más y mejor de los pocos años que estén en este mundo (el único del que tenemos pruebas fiables) también son legión los que los pasan estresados, malhumorados, o equivocados debido a los pequeños ajetreos diarios causados la mayoría de ellos por asuntos intrascendentes.
Otras veces son cuestiones morales, arcaicas costumbres, o estériles orgullos lo que nos impide a los seres humanos ser felices. Nos obcecamos, conscientes o inconscientemente, en colocar barreras a los accesos a ese placer que es vivir satisfecho con uno mismo. ¿A cuántos buenos momentos hemos renunciado torpemente en la familia, en la pareja o incluso entre las buenas amistades por equivocaciones? ¿Y por soberbia o vanidad? Después, con el paso del tiempo aparece el amargo arrepentimiento cuando ya ni el tiempo ni las personas queridas son recuperables.
Todos conocemos, así mismo, personas envidiosas, un mal muy extendido en España (nuestro pecado capital según algunos). Individuos que se han amargado su existencia y la de todos los que les rodean de forma infame, criticando o indisponiendo unos contra otros ante su complaciente mirada, creyendo erróneamente con esto obtener el mayor gozo. Evidentemente con esta insana actitud no es posible una larga y apacible vida
Dicen quien sabe de esto que para aprovechar la vida al máximo lo más indicado, sin duda alguna, es adquirir más cultura y conocimientos. También la experiencia, aunque esta última siempre llega tarde y sin las dos premisas primeras a menudo no fructifica. ¿Sabían que los individuos mas sabios son más longevos?
La vida es muy corta, no descubro nada nuevo con esto, lo sé, y por eso hay que aprovecharla toda ella disfrutando con los grandes acontecimientos que nos sobrevienen, pero también y sobre todo porque son más de las pequeñas cosas de cada día. Todo tiene su justa importancia, debemos relativizar, a veces, sucesos que nos parecen increíbles, y atender o escuchar peticiones o demandas a menudo insignificantes. Para mejor discernir lo uno y lo otro necesitamos sobre todo mucha sabiduría.
Estos tiempos que nos ha tocado vivir se podrían considerar poco aptos para la felicidad. La vida ajetreada, el atroz individualismo y la soledad, son contraproducentes para una buena vida afectiva, es cierto, pero tenemos por contra a nuestro alcance suficientes recursos de todo tipo para que, bien administrados y debidamente aplicados, rocemos el bienestar emocional. Me estaba acordando de la cantidad y calidad de fármacos para combatir el dolor y la enfermedad, de aparatos electrónicos que nos facilitan la vida cotidiana o de los mayores conocimientos físicos y psíquicos de la historia a nuestro alcance. Decía también Lucrecio (en una época en que los romanos estaban agitados como nunca por la ambición, la codicia y la lucha por el poder) que con bien poco basta para conseguir la felicidad, si tenemos la adecuada disposición de ánimo.
Según encuestas los países más pobres (si no están sumidos en algún tipo de conflictos) son los más felices de la tierra, pero también es cierto que la felicidad es un concepto muy subjetivo. Sin ir más lejos a esto último se contrapone el deseo y afán de emigrar de la gente más pobre y sin recursos a los países más ricos e industrializados, en teoría mas infelices. 
Dicho queda...
                                                                cosasdejoaquinyerga@blogspot.com
                                                                02/01/2018

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