los diablos residen en mi corazón.
(G.K. Chesterton)
Cualquiera pensaría
viendo o escuchando a los medios informativos que pasan más cosas terribles ahora, en el
mundo, que nunca: tragedias aéreas, guerras crueles como la sempiterna y
recurrente Palestino-Israelí o la de nuevo cuño en Ucrania, amén de otras
desgracias, sin obviar las de carácter natural. Pues me atrevo a asegurar que no
es verdad, el mundo no se ha vuelto peor ni loco de repente, por lo menos más
que en otras épocas.
De las novedades que el
mundo nos está ofreciendo constantemente quizás la de la inmediatez en conocer lo que ocurre en cualquier parte y a cualquier
hora me sorprende y seduce más. Los medios tecnológicos que disponemos actualmente
y los que aparecerán en breve nos llevan a conocer situaciones o hechos
acaecidos en alguna parte del globo en breves minutos, y es más, a tiempo real;
eso es lo que sucede hoy en día y por eso la percepción de lo caótico.
Jamás, en la mayor parte
de la tierra, se han dado tantos años acumulados de paz y prosperidad como los
que llevábamos ininterrumpidamente desde
hace más de cincuenta, salvo algunas desgraciadas excepciones. Si exceptuamos
las dos grandes guerras mundiales que fueron globales, únicas en su dimensión
territorial y en devastación, en cualquier zona del globo se desarrollaba algún
conflicto o guerras soterradas entre vecinos, o no, y por cualquier zarandaja y
lo que es más grave, las atrocidades que se practicaban por parte de los
contendientes eran terribles, eso sí, el mundo no se enteraba; ahora para lo
bueno y también para lo malo lo sabemos todo. Durante la cena o la comida en
familia, en el calor de nuestro hogar, en los telediarios, se nos muestran casi
a diario lo peor del ser humano en las diferentes partes del mundo.
La gran diferencia de
nuestro tiempo con respecto a lo que pasaba hace unas cuantas décadas es que
ahora sabemos y conocemos todo de
cualquier país o territorio por lejano y atrasado que esté. Sabemos con más o
menos exactitud los millones o de personas que pasan hambre en el mundo y si
esta avanza o retrocede. Cualquier accidente o atentado terrorista cometido en
China o en Rusia, en cinco minutos es trending
topic en todos los móviles del mundo accesibles a miles de millones de usuarios de toda edad y condición.
Hace tan solo unas cuantas décadas apenas teníamos información de lo que ocurría allende nuestras fronteras, tan solo
si eran muy graves y después de días de producirse la noticia.
Todos estos adelantos,
qué duda cabe, son positivos para la civilización pero a veces también por
exceso de uso se revuelve en contra de esta, ejemplo de ello es la familiaridad
con que contemplamos imágenes desagradables casi a diario, personas
despedazadas en accidentes o atentados, niños escuálidos y hambrientos con moscas
revoloteando su cuerpo desnutrido en países africanos o guerras en directo con el corresponsal de
la cadena de televisión de turno, micrófono en mano, entrevistando al
combatiente, mientras cae destrozado por una bomba o una bala un compañero
justo al lado. Con esta explotación de la imagen puede llegar el día en que no
nos conmovamos por tragedias como las relatadas arriba.
Aun así soy optimista y
pienso que el mundo, a pesar de todo, es mejor que nunca incluso con todo lo
malo que aun acurre. La mayoría de países ricos y democráticos, y cada vez son más, aportan una parte de su
PIB para ayuda de los que están en vía
de desarrollo, esto no pasaba antes. Empresas y personas opulentas (Bill Gates,
Warren Buffet, etc.) han creado asociaciones de ayudas a países del tercer
mundo, donando de sus fortunas personales inmensas cantidades de dinero para
conseguir que vacunas contra el sida o la malaria, por ejemplo lleguen a estos depauperados
lugares y toda la población tenga acceso
a sus bondades.
Hoy en día, también en el
mundo hay corporaciones de países (avanzados y respetuosos con los derechos del
hombre) supervisores del mantenimiento
de la decencia humana. Cuando dictaduras, organizaciones políticas o revolucionarias se extralimitan en sus
funciones y masacran a parte de la población indefensa por motivos de cualquier índole, estas asambleas
de países, bien sea dentro de la ONU o
de la Corte de Justicia Internacional son capaces de juzgar y castigar a los
infractores con lo que obligan a futuros violadores de leyes universales a
cuidarse muy mucho de saltárselas a la torera.
El mundo queramos o no
esta globalizado, ya es un pañuelo y cada vez menos gente puede actuar al
margen de lo comúnmente establecido sin ser reprendido por ello. Es verdad que no
todo está hecho aún hay mucho que mejorar, todavía hay gente que actúa con
malas artes y con la escusa de la religión, el nacionalismo o el acopio
desmesurado materias primas masacran a
compatriotas o vecinos sin reparo, pero vamos por buen camino.
Hay países punteros en
donde la civilización alcanza cotas inigualables. El respeto a las leyes, a la
voluntad del pueblo y a los derechos humanos encuadra su forma de vida. Aquí se
respetan todas las opciones sexuales y religiosas, cada sujeto es libre de
pensar y actuar como prefiera, el único límite es la libertad del prójimo. Hay también
libertad absoluta de prensa y transparencia en la forma de gobernar; los
ciudadanos de estos, cada vez más, privilegiados países tienen los derechos básicos
cubiertos y se pudiera decir que están razonablemente satisfechos. Estas
naciones serán imitadas tarde o temprano por el resto de la humanidad, así ha
sido siempre y lo seguirá siendo.
Hoy, que sabemos que
somos una pequeña mota en la inmensidad del universo, que estamos aquí de paso
y ese paso es breve, tendrá que llegar el día en que la mayoría de la gente
comprenda que no merece la pena pasar la corta vida de la que disponemos peleando
o exterminando a nuestro semejante, hay cosas más importantes e interesantes a
lo que dedicar la existencia, sobre todo mas éticas.
Joaquín
Yerga Sánchez
26/07/2014