Señor, haz que pueda desear más de lo que puedo lograr.(Miguel Ángel)No recuerdo quien se inventó la palabra Renacimiento para denominar a todo ese entramado de imaginación y esplendor que se dio una vez en todos los órdenes y disciplinas que imaginar podamos. Fue sin duda un acierto, pues no se puede decir que esa explosión de creatividad fuese nueva, sino que ya hubo otra tiempo atrás. Aquella primera se extendió durante más de seis siglos y nació en Grecia; por lo tanto, el término Renacer, después de más de mil años de oscuridad y silencio que fue la llamada Edad Media en civilización vino muy a cuento.Fue en Italia donde empezó todo, y a partir del siglo XIII aproximadamente. Italia no existía como país entonces, estaba divida en ciudades estados, y quizás fue por eso, por la gran rivalidad que existía entre estas ciudades, fue lo que hizo que sus habitantes despabilaran como nadie.Entre todas estas ciudades (con sus territorios adyacentes) las más importantes en cuanto a economía, arte o potencia militar fueron, Venecia, Génova, Florencia, Milán, Pisa, Nápoles y Verona, aunque hubo otras.Milán, Génova y Nápoles destacaron por su poderío militar más que artístico, y Florencia y Venecia por su ingente cantidad de intelectuales y artistas de toda clase que vieron las primeras luces del día entre sus muros. Florencia destacó muy por encima de todas ellas.A Giorgio Vasari, un arquitecto florentino del siglo XVI le debemos que sepamos mucho de los diferentes artistas de la época. Él lo vivió personalmente y conoció a muchos de ellos. Después escribió un libro sobre el tema (La vida), incluso se atrevió a contarnos algo de la vida privada de los personajes principales. Nos habla, por ejemplo de…Giotto, excelente pintor; de los primeros del Renacimiento. Según Vasari, más que ver la realidad la palpaba y luego lo trasladaba a sus frescos en iglesias de Padua. De Botticelli no hacía falta que se esmerara demasiado en contarnos su destreza, conocemos al dedillo su magnífica obra en un montón de cuadros, sobre todo los que tenemos la suerte de exponer aquí, en nuestro museo Del Prado. Contemplar sus colores y el humanismo que respira en sus personajes representados es un placer para los sentidos. De Paolo Ucello, no nos ha caído la breva de contar con ningún lienzo en nuestro país, debemos desplazarnos a la National Gallery de Londres o a los Uffizi en Florencia para deleitarnos con algunos de ellos. Él se vanagloriaba de haber pintado en un papel un poliedro de 65 caras. ¿Fue realmente el primer cubista y surrealista de la historia?Y qué me dicen de Bellini, de Messina, de Carpaccio, de Giorgione, o del gran Andrea Mantegna. De este último he visto algunos cuadros y son excepcionales, sobre todo su Cristo crucificado. De Bellini, dijo Durero, (el gran pintor renacentista alemán) que era el mejor de su tiempo. Sin embargo, de los más conocidos nuestros, por la cantidad de cuadros que pintaron a los reyes de España fueron: Tiziano, pintor de cámara de Carlos V y de su hijo Felipe II, y su discípulo Tintoretto, venecianos ambos. De todos ellos nos cuenta al dedillo, sus destrezas como pintores y sus cuitas como personas, el gran Vasari.Pero se esmera Vasari, más que con nadie, pues fueron verdaderos genios, con Rafael, con Leonardo da Vinci y sobre todo con el gran Miguel Ángel. Curiosamente los tres fueron enormes artistas y los tres homosexuales en sus apetencias amatorias. Ignoro si tiene algo que ver una cosa con la otra, aunque hay quien dice que los de ésta tendencia sexual son especialmente sensibles al arte.Del primero nos dice Vasari que murió posiblemente por una noche de excesos carnales. ¡Vete a saber que locura haría el bueno de Rafael para acabar así, y tan joven!. De su pintura tan solo sorprenderse gratamente por su magnificencia. En el Prado tenemos una buena representación de ella.De Leonardo, quizás el más famoso hoy en día, casi lo sabemos todo. Hizo de todo, escultura, diseño, inventor pero sobre todo pintura. De sus dos cuadros principales La Gioconda y La Última Cena, qué decir que no sepamos ya. A mi entender están, tal vez, un poco mitificados y sobre valorados. De su vida privada, también la conocemos al dedillo, o casi. Padeció una leve condena por actos de sodomía, asunto éste que hoy en día daría risa. Sirvió en la corte de los reyes franceses y según algunos expertos murió en brazos del rey Francisco I. Está enterrado en el castillo de Amboise, al oeste de Francia. Por cierto, no quiero poner los dientes largos a nadie, pero me permití el año pasado el lujo de pisar su lápida y hacerme unas cuantas fotos junto a ella.Vasari se explaya con Miguel Ángel. Lo trató personalmente y nos dice de él que fue, feo, canijo, avaro e irascible, además estaba atormentado por el tema religioso. En sus años jóvenes anduvo bajo la protección del gran mecenas florentino, Lorenzo el Magnífico, como tantos otros. Por cierto, sin éste personaje y de su padre Cosme de Médicis es imposible escribir la historia de Florencia y por tanto del Renacimiento. La importancia y peripecias de esta familia florentina es apasionante, pero esto es otro asunto.Miguel Ángel fue un firme seguidor de Savonarola, el febril y paranoico fraile que despotricaba de todo lo nuevo y liberal de la época, y que ya sabemos que queriendo quemar en la hoguera a todos los de moral relajada, acabo el mismo chamuscado. La obra de Miguel Ángel sencillamente apabulla. Lo mismo sus esculturas hiperrealistas del David y su Piedad, o las pinturas de la Capilla Sixtina son de otro mundo. Cuenta Vasari que después de pintar, casi obligado por el Papa Julio II la capilla, fue incapaz de volver pintar de pie, tenía que hacerlo tumbado, tal fue el cruel trabajo de largos años de duración. Las esculturas de este genial artista, a mi entender, quizás sean las más bellas obras jamas realizadas por hombre alguno. Y lo digo con conocimiento de causa pues he sido testigo de la magnificencia de algunas de ellas.Dicho queda.Joaquin Yerga
jueves, 3 de agosto de 2017
El ocaso de los Dioses
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