jueves, 16 de junio de 2016

¡Es la política, estúpidos!




La política es tan emocionante como la guerra, y no menos peligrosa. En la guerra nos pueden matar una vez; en política, muchas veces.
Winston Churchill


Perdónenme de antemano por echar mano de un enunciado tan agresivo. Solo pretendo impactar, llamar la atención para que lean el articulo. Con el título simplemente hago referencia a aquella frase que utilizó Bill Clinton en su campaña electoral de 1992, y la traslado a la política, porque de eso va el asunto...
Supongo que para empezar a hablar de política en occidente tendríamos que contestar a las dos clásicas preguntas: ¿Qué entendemos por ser de derechas o de izquierdas? Pues les cuento...
Lo de llamar derecha a los conservadores, e izquierda a los socialistas y comunistas viene de lejos. Poco antes de la revolución francesa, en 1788, el rey Luis XVI convocó una asamblea de representantes para intentar solucionar la enorme deuda del estado francés. Los delegados de la nobleza y del clero se sentaban a la derecha del rey y los del pueblo llano a la izquierda; de ahí que a los partidos que reivindicaban más derechos para, digamos los humildes, se le engloben dentro de la izquierda. Sin embargo a los partidarios de mantener los suculentos privilegios de los poderosos, nobleza, aristocracia, o incluso el clero (hay que recordar que estos tres últimos estamentos no pagaban impuestos) se les cataloguen como conservadores o derecha.
Evidentemente esto ya no es exactamente así porque, siendo bien pensados y partiendo de la base de que todos los partidos desean el bienestar de su pueblo, la diferencia radica, tan solo, en la forma de aplicar las diferentes políticas que existen.
La izquierda sostiene unos postulados que pasan por implantar un estado fuerte imponiendo gruesos impuestos a los mas ricos (realmente estos serian unos pocos, el resto sería desde la clase media a la más alta) y luego redistribuirlos entre los más menesterosos a través de diferentes conceptos: seguridad social universal y gratuita, también la educación y otras dádivas como subvenciones y demás subsidios. Entiendo que esto pudiera sonar a música celestial a mucha gente, pero según los expertos económicos si se grava demasiado, tanto a las empresas como a la clase media que son los más emprendedores, corremos el riesgo de que huyan a otros lugares Además muchos piensan que con subvenciones a tutiplén fomentamos inactividad y conformismo.
Por la otra parte, la derecha apuesta por un estado reducido (menos funcionarios) en donde se precise menos dinero para costearlo, y por lo tanto necesite recaudar menos impuestos. Evidentemente la calidad de los servicios que se prestaría seria menor pero según su lógica habría más dinero en poder de los ciudadanos y las empresas, lo que conllevaría más trabajo, menos burocracia y más libertad de emprendimiento. Estas dos maneras de entender la economía tienen sus matices, y generalmente se aplican con estos en la mayor parte del mundo civilizado. Si mezclamos lo mejor de la izquierda con lo mejor de la derecha nos da como resultado las dos versiones más utilizadas.
Si la porción de la izquierda que cogemos es la más importante en esa mezcla tendríamos la socialdemocracia. Los países en donde más se aplican estas políticas son: Suecia, Noruega, Finlandia, Francia o Nueva Zelanda, por nombrar los más importantes. Por cierto, a sus habitantes no les va nada mal en cuanto a bienestar.
Si por el contrario lo más abundante de esa combinación es la derecha, hablaríamos entonces de sistema conservador o liberal, habitual en los siguientes países: Estados Unidos, Gran Bretaña, Australia o incluso Alemania. Tampoco viven tal mal sus ciudadanos, porque hay que reconocer que en países de gran tamaño es muy difícil aplicar el estado del bienestar óptimo.
En España estaríamos a medio camino pero con ínfulas de llegar a ser socialdemócratas en cuanto tengamos dinero. Por nuestra propia idiosincrasia nos apuntamos enseguida al todo gratis sin preocuparnos exactamente quien paga la fiesta. Estas dos formas, y sus derivadas de entender la economía sería el fundamento principal de la cuestión política, y lo comprensible pues es lo que más afecta a los ciudadanos. El dinero, y con él la riqueza de un país es clave porque todo lo demás depende de ello. Sin dinero no hay sanidad, ni educación ni nada.
Hasta aquí estaría bien claro el concepto Izquierda y derecha. Otra cosa es lo añadido en los últimos tiempos, especialmente en nuestro país, y que a veces me resulta incomprensible. Me explico.
Un ciudadano español que entendiera que la política de izquierda iría mejor con sus intereses, además de estar de acuerdo con las directrices económicas que marca esta ideología, debe ineludiblemente apechugar también con lo siguiente:
Estar a favor de los derechos de gais y lesbianas, ser propalestino y prosaharaui, antinorteamericano, odiar a los ricos (empresarios o emprendedores), anticlerical, partidario de cerrar centros comerciales y tiendas los sábados por la tarde y domingos, partidario de meter en la cárcel de por vida (cuando no fusilarlos directamente) a los que cometen delitos económicos, y si embargo de laxitud penal con los delincuentes habituales. Ser también feminista militante, antijudío, simpatizante del Barsa, o del Atleti, (hay excepciones ¡claro!) tratar con benevolencia a los partidos nacionalistas aunque sean de derecha y racistas, darle repelús la bandera española, y no identificarse con el patriotismo español, sino ser ciudadano del mundo.
No obstante si el españolito en cuestión, en asuntos económicos es partidario del segundo apartado (liberal o de derechas) inevitablemente lleva endosado también los siguientes sambenitos: De entrada ser facha, machista, santurrón, centralista, insolidario, racista, nazi, desmantelador de los servicios públicos, odia a los idiomas del país que no sea el castellano, ansía que las clases bajas sean analfabetas y pasen hambre, odia a los inmigrantes etc. etc.
Por mi parte me niego a asumir semejante razonamiento. No puede ser que una persona instruida y libre de pensamiento y acción tenga que estar englobada en cualquiera de estas dos opciones reduccionistas posibles.
Afortunadamente yo debo ser una "rara avis" porque me puede mi espíritu libre. Y es que en economía prefiero ser liberal, aunque no hago ascos de la socialdemocracia, partidario del mercado libre en donde predomine lo privado porque entiendo que funciona mejor que lo público por razones obvias, salvo las loables excepciones de una sanidad fuerte, una educación de calidad gratuita y unas pensiones dignas.
Así mismo me gustaría que en España hubiese un estado más pequeño pero fuerte, capaz de redistribuir razonablemente la riqueza. Además soy un patriota sin complejos, me gusta mi país a pesar de sus defectos que son muchos, proclive al estado actual de las autonomías pero sin ceder ni un ápice al bien general.
En cuestiones sociales respeto profundamente los derechos de todos incluidos los que tienen otras opciones sexuales mas minoritarias… ¡Hasta ahí podíamos llegar!... todo el mundo es libre de hacer con su vida lo que guste. En religión inclinado a separarla del estado. Entiendo que esto entra en el terreno personal, que cada cual practique lo que desee siempre que no perturbe al prójimo. Admiro, por otra parte, muchas aptitudes de los norteamericanos porque son emprendedores y gracias a ellos tenemos internet, ipads, móviles, automóviles y aviones modernos, medicinas punteras etc. de lo que nos aprovechamos todos, los de derecha y también los de izquierda. No olvidemos tampoco que gracias a ellos tenemos democracia en Europa, su ayuda fue vital en las dos guerras mundiales. Por el mismo motivo aprecio a los judíos y me solidarizo con ellos por lo que han sufrido en el pasado.
Por seguir con el asunto debo decir que de los palestinos comprendo y apoyo que necesiten tener su nación libre, al igual que al resto de los musulmanes moderados que aspiran a vivir dignamente en sus creencias como no podía ser menos, exactamente igual que el resto de culturas y civilizaciones.
Además idealizo una España con una justicia independiente, justa y rápida en la que todos seamos iguales, sin distinción de ricos y pobres, pero apoyadas con unas leyes quizás un poco más duras con los delincuentes reincidentes que han optado por dedicar su vida al robo y otras fechorías, y que amargan la vida, por cierto, a muchos confiados compatriotas. También exijo más rigor en la persecución y penas más duras para los nuevos delitos de guante blanco.
Considero, también, personas desinformadas y con poca cultura a los racistas. Se sabe con certeza que todos los seres humanos procedemos de un tronco común de no demasiada antigüedad. Nuestro cerebro, y con él, el  99% de los genes son idénticos en cualquier raza, solo una mínima parte de estos y por razones de adaptación al medio nos hace diferentes, el resto es de tipo cultural o económico. Por esta misma razón demando una  igualdad absoluta entre mujeres y hombres en derechos y obligaciones.
Así podría seguir durante muchos párrafos más, aunque básicamente lo que pretendo reivindicar es que una gran proporción de españoles nos negamos a que nos encasillen en alguno de los dos bandos o facción antes descritos. Por cierto, soy madridista desde pequeño, en mi barrio era lo que se llevaba (podría haber sido igualmente del Atleti pero ya intuí los futuros disgustos jeje) así que, seguro que muchos tendrían claro en qué bando me colocarían… O no.
                                          Joaquín Yerga
                                           22/10/2014

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