martes, 23 de febrero de 2016

Licencia para contar




--Ahorita que te besé me comí tu chicle
--Yo no traía chicle
--¿Entonces qué era?
--Tengo gripe
(Permitido hacer ascos)


Este año cumplirá 88 años (bien llevados por cierto), mí… James Bond  favorito, Sean Connery. Además de interpretar los mejores filmes de esta magnífica serie policíaca, este escocés militante protagonizó un montón de buenas películas. Entre estas hay una en la que bordó su papel de protagonista… luego hablaré de ella.
También se cumplen estos días, además, dos años de la muerte en Milán del escritor Italiano Umberto Eco. Posiblemente a muchos la noticia les pasará desapercibida, sin embargo otros lo recordaremos con cierta nostalgia.
La primera obra que leí de Umberto Eco (como casi todos) fue El nombre de la rosa”, magnífica novela que me impactó gratamente. Se publicó en el año 1980 pero yo la leí unos años más tarde. Después he tenido el placer de deleitarme con unos cuantos libros más suyos como… El péndulo de Foucault  o El cementerio de Praga.
Umberto Eco, según sus analistas fue un tipo excepcional. Tocó muchas disciplinas y todas estupendamente. Fue semiólogo (experto en signos), filósofo (hay que serlo para poder escribir algunos de su libros), historiador, catedrático o experto medievalista. Estaba considerado uno de los mejores escritores contemporáneos, de la talla de… García Márquez o Paul Auster.
Volviendo a su más famosa obra “El nombre de la rosa”, sabemos que en cuanto apareció en las librerías se vendió como churros. Fue uno de los mejores best sellers de la época. No sé cuánto tiempo estaría en la lista como libro más vendido, pero me consta que fue mucho. Y aunque no siempre coincide best sellers y calidad literaria de los mismos este caso fue una agradable excepción.
Reconozco que ésta ha sido una de las novelas más entretenidas y apasionantes que han pasado por mis manos. Y recuerdo que la leí de un tirón… de un tirón largo porque no es escueta precisamente. Recuerdo, también, el inmenso placer que me proporcionaba pues noche tras noche (que era cuando la podía leer) acompañaba con mi imaginación al franciscano fray Guillermo de Baskerville a ir destejiendo poco a poco la complicada madeja en la que se había convertido los horribles asesinatos de aquellos monjes en esa siniestra abadía.
Seis años después de aparecer el libro, Jean Jacques Annaud, el director francés de la versión cinematográfica, le puso imágenes a la historia y caras a nuestros héroes y villanos. Quizás sea ésta película una de las pocas versiones de libros que se han realizado que más se ajusta a nuestra atrevida imaginación, después de leer la novela.
La novela en cuestión lleva toda ella, digamos, dos recorridos paralelos. Por una parte Eco nos introduce de lleno en una intriga al estilo Sherlock Holmes, con asesinatos misteriosos, sesuda investigación y desenlace final inesperado. La otra vía nos traslada al desconocido siglo XIV europeo (Edad Media) con sus miserias y sus miedos en donde la religión se imponía como leit  motiv  de la vida en ese valle de lágrimas que era el mundo en aquellos tiempos.
En la descripción histórica de la época, Umberto Eco se explaya a gusto mostrándonos su inmensa sabiduría. Nos mete de rondón retazos muy creíbles de la historia del cristianismo. Y nos la aliña, además, con aderezos de filosofía, como cuando hace coincidir las ideas de Fray Guillermo con las muy avanzadas de los filósofos racionalistas ingleses Roger Bacón y Guillermo de Ockham, en donde la razón y la lógica tiene que imponerse al miedo y la superstición. 
También rescata del ostracismo al gran Aristóteles y a su magna obra Poética”, haciendo de ese, “libro prohibido” en donde se ensalza la risa como un  medio para llegar a Dios. Lo contrapone, no obstante, con la soberbia obstinación por parte del venerable fray Jorge (el ciego) al que lo hace coincidir con las ideas retrogradas de la inquisición.
Por mi parte tal vez sea el libro que más veces he leído, quizás lleguen a tres o cuatro las ocasiones. Para mi satisfacción coincide en él dos cosas que me apasionan. Una es el suspense de unos asesinatos intrigantes y las pesquisas por descubrir al culpable. La otra el relato y la descripción pormenorizada de una parte de nuestra historia religiosa y medieval europea… tan interesante por otra parte.
De la película, nunca llegaré a las veinticinco veces que Alfonso Guerra  confesó haber  visto… Muerte en Venecia, pero al igual que el libro homónimo, de las tres o cuatro no baja.
                                                 

                                                Joaquin Yerga
                                                23/02/2016


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