lunes, 25 de enero de 2016

Movimientos...

  Cuando todos estábamos esperando algún terremoto, pero de carácter político,  que son a los que estamos acostumbrados, nos llega uno de verdad.
 Cuando ansiábamos saber, (mientras hacíamos  cábalas), qué desaborido o presuntuoso político  patrio  haría el próximo  movimiento en aras de formar un gobierno  sensato que no nos hunda en la miseria, resulta que el movimiento lo hacen a lo grande, pero… las placas tectónicas sobre las que está asentado nuestro continente.
 El terremoto de ayer en el norte de África y parte de Andalucía fue de los llamados tipo medio bajo, aunque el susto para los que lo sufrieron,  como es lógico,  no fue menor.
 Debe ser terrible vivir un fenómeno de esas características. Yo apenas recuerdo uno siendo muy  niño,  fue muy leve y apenas  lo percibí. 
  Mis  recuerdos del suceso  son muy vagos, breve temblor  del mobiliario y meneos de cachivaches de la casa. Me inquietó sobre todo  los comentarios  alarmados de la gente a la mañana siguiente, (el  seísmo se produjo de madrugada).
 Según las estadísticas  y  desde que se empezaron a tasarlos, el más devastador y cercano que nos ha afectado  a nosotros fue el gran terremoto de Lisboa  del año  1755. Fue este, terrorífico  por su magnitud (nueve  grados en la famosa escala e Richter)  causó la muerte a más de 80.000 personas,  destruyó  casi al completo la ciudad  y sus efectos llegaron a grandes zonas de España. Sin ir más lejos muchos edificios de ciudades y pueblos colindantes en un radio de acción de más de trescientos kilómetros  sufrieron grandes daños, sobre todo los campanarios de las iglesias.
 Este temblor de Lisboa provocó un gran tsunami,  tan pavoroso,  que las personas que estaban en el muelle,  creyendo estar a salvo de la destrucción  presenciaron  con estupor como las aguas retrocedían varios kilómetros mar a dentro, llegando a ver cómo barcos hundidos  de siglos atrás salían a la superficie. Lo  intrigante del asunto es que la parte  afectada no  está dentro de las  zonas llamadas… calientes, es decir no están asentadas encima de placas de colisión.
 En España parece ser que el triangulo suroriental  de la península es el más proclive a estos movimientos, se debe  a su cercanía a dos placas que pretenden fusionarse. El terremoto que ha sacudido nuestra plaza  africana de Melilla está justo en el epicentro de esa zona de fricción.
  Según acabo de leer, no sé donde, el de Lorca de hace unos años fue trescientas veces menos virulento que el de esta madrugada en Melilla.  La explicación es que este último se ha producido en una zona más profunda de la tierra y el de la bonita localidad murciana más en la superficie.
 Sorprende saber que el ser humano,  que ha sido capaz de pisar la luna o de enviar una nave sofisticadísima a un asteroide en la órbita de Júpiter, no conozca aun qué  se cuece dos metros más abajo de la tierra  firme que pisamos.  
 Asombra conocer que, astrónomos divisen  galaxias a cien años luz de la nuestra,  y que sepamos  la composición y tamaño de estrellas  tan lejanas, allá en los confines del universo y sin embargo seamos incapaces de prevenir siquiera los terremotos, tan cerca de nuestros pies.
 Todavía  y después de décadas de estudio y certezas creyendo conocer todo sobre el interior de nuestro planeta (con su núcleo, manto y corteza)  y creyéndonoslo a pies juntillas, surgen ahora voces de algunos científicos que nos dicen que éste estaría,  a determinada profundidad,  totalmente hueco.  Entiendo  que en la teoría de las placas tectónicas  y sus movimientos,  sí estaremos todos de acuerdo, hay pruebas… como las de ayer.
 Nosotros aquí en España aun debemos estar contentos por no estar dentro del llamado… anillo volcánico del pacifico, que abarca toda la costa occidental de América y  gran parte del continente  asiático, con foco  especial en Japón o Filipinas. Allí los seísmos son de aúpa,  con números tan habituales en la escala Richter superior a siete grados y medio y con devastaciones bíblicas.  Aun perduran en nuestra retina  los grandes terremotos de Japón con epicentro en la ciudad de Fukushima…y sus consecuencias.
 Por este motivo, (a que la tierra se habrá a mis pies), tal vez sea el único por el que no me gustaría residir en las cercanías de San Francisco y su bahía. Allí están esperando y…temiendo,  el gran terremoto definitivo que destruya hasta los cimientos de esta gran ciudad californiana, ¡claro! que tal vez sean un poco peliculeros…están en Hollywood.
                                                                             Joaquín Yerga
                                                                              25/01/2016
  

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