Cuando todos estábamos esperando algún terremoto, pero de carácter político, que son a los que estamos acostumbrados, nos
llega uno de verdad.
Cuando ansiábamos saber, (mientras hacíamos cábalas), qué desaborido o presuntuoso político
patrio haría el próximo movimiento en aras de formar un gobierno sensato que no nos hunda en la miseria,
resulta que el movimiento lo hacen a lo grande, pero… las placas tectónicas sobre
las que está asentado nuestro continente.
El terremoto de ayer en el norte de África y parte de Andalucía fue de los llamados tipo medio bajo, aunque el susto para
los que lo sufrieron, como es lógico, no fue menor.
Debe ser terrible vivir un fenómeno de esas
características. Yo apenas recuerdo uno siendo muy niño, fue muy leve y apenas lo percibí.
Mis recuerdos del suceso son muy vagos, breve temblor del mobiliario y meneos de cachivaches de la casa. Me inquietó sobre todo los comentarios alarmados de la gente a la mañana siguiente, (el seísmo se produjo de madrugada).
Mis recuerdos del suceso son muy vagos, breve temblor del mobiliario y meneos de cachivaches de la casa. Me inquietó sobre todo los comentarios alarmados de la gente a la mañana siguiente, (el seísmo se produjo de madrugada).
Según las estadísticas y desde
que se empezaron a tasarlos, el más devastador y cercano que nos ha afectado a nosotros fue el gran terremoto de Lisboa del año 1755. Fue este, terrorífico por su magnitud (nueve grados en la famosa escala e Richter) causó la muerte a más de 80.000 personas, destruyó
casi al completo la ciudad y sus
efectos llegaron a grandes zonas de España.
Sin ir más lejos muchos edificios de ciudades y pueblos colindantes en un radio
de acción de más de trescientos kilómetros
sufrieron grandes daños, sobre todo los campanarios de las iglesias.
Este temblor de Lisboa provocó un gran tsunami,
tan pavoroso, que las personas
que estaban en el muelle, creyendo estar
a salvo de la destrucción presenciaron con estupor como las aguas retrocedían varios
kilómetros mar a dentro, llegando a ver cómo barcos hundidos de siglos atrás salían a la superficie. Lo intrigante del asunto es que la parte afectada no
está dentro de las zonas llamadas…
calientes, es decir no están asentadas encima de placas de colisión.
En España
parece ser que el triangulo suroriental
de la península es el más proclive a estos movimientos, se debe a su cercanía a dos placas que pretenden
fusionarse. El terremoto que ha sacudido nuestra plaza africana de Melilla está justo en el epicentro de esa zona de fricción.
Según
acabo de leer, no sé donde, el de Lorca de hace unos años fue trescientas veces
menos virulento que el de esta madrugada en Melilla. La explicación es que
este último se ha producido en una zona más profunda de la tierra y el de la
bonita localidad murciana más en la superficie.
Sorprende saber que el ser humano, que ha sido capaz de pisar la luna o de enviar
una nave sofisticadísima a un asteroide en la órbita de Júpiter, no conozca aun qué se cuece dos metros más abajo de la tierra firme que pisamos.
Asombra conocer que, astrónomos divisen galaxias a cien años luz de la nuestra, y que sepamos la composición y tamaño de estrellas tan lejanas, allá en los confines del
universo y sin embargo seamos incapaces de prevenir siquiera los terremotos,
tan cerca de nuestros pies.
Todavía
y después de décadas de estudio y certezas creyendo conocer todo sobre
el interior de nuestro planeta (con
su núcleo, manto y corteza) y creyéndonoslo
a pies juntillas, surgen ahora voces de algunos científicos que nos dicen que éste
estaría, a determinada profundidad, totalmente hueco. Entiendo que en la teoría de las placas tectónicas y sus movimientos, sí estaremos todos de acuerdo, hay pruebas…
como las de ayer.
Nosotros aquí en España aun debemos estar
contentos por no estar dentro del llamado… anillo
volcánico del pacifico, que abarca toda la costa occidental de América y gran parte del continente asiático, con foco especial en Japón o Filipinas. Allí los seísmos
son de aúpa, con números tan habituales
en la escala Richter superior a
siete grados y medio y con devastaciones bíblicas. Aun perduran en nuestra retina los grandes terremotos de Japón con epicentro
en la ciudad de Fukushima…y sus
consecuencias.
Por este motivo, (a que la tierra se habrá a
mis pies), tal vez sea el único por el que no me gustaría residir en las cercanías
de San Francisco y su bahía. Allí están
esperando y…temiendo, el gran terremoto definitivo
que destruya hasta los cimientos de esta gran ciudad californiana, ¡claro! que
tal vez sean un poco peliculeros…están en Hollywood.
Joaquín Yerga
25/01/2016