Supongo que si metes toda la información en una misma
bóveda, los llantos y las risas
van aprendiendo a hacerse compañía. (Anónimo)
van aprendiendo a hacerse compañía. (Anónimo)
Quizás uno de los
excesos más significativos de los muchos que cometamos hoy en día sea el de
información, es decir, el exceso de información. Hasta ahora siempre había
pensado que era bueno para la salubridad del intelecto y como preparación
cultural del individuo. De hecho para esto último sigue siendo imprescindible tener buena información y clara de lo que pasa a nuestro
alrededor y en el mundo. Otra cosa es la saturación angustiosa de datos de toda
índole recibidos constantemente por nuestra mente en un espacio corto de
tiempo.
El medio transmisor de las noticias que
captamos ha cambiado radicalmente en unas décadas, de formato y en cantidad.
Hasta hace un siglo los periódicos y el
boca a boca eran los únicos medios de los que disponíamos los humanos para ponernos al día de lo que ocurría
allende nuestras moradas. Hoy son decenas estos, desde la radio que inventara
el italiano Marconi, hasta el recién implantado y masivamente empleado internet, pasando por los móviles, la
televisión etc. Y no digamos de la inmediatez, casi la velocidad de la luz es
lo que tarda un teletipo en transmitir un
suceso que ocurriera en nuestras antípodas hasta llegar a nuestros ojos
u oídos.
Estos lozanos medios, que están a nuestro
servicio y que utilizamos colectivamente de manera compulsiva, está muy bien,
es muy actual y moderno pero tal vez estemos abusando de ellos. Recibimos tal
grado de testimonios, fotos, reportajes, noticias, bulos etc. que apenas
tenemos tiempo de procesarlos. Cualquier noticia más o menos impactante que nos
llega se queda obsoleta en unas horas o días y no creo que esto sea lo más adecuado para una correcta ponderación de nuestro equilibrio emocional y armonía. Ante tamaño bombardeo de
novedades que recibimos y que a su vez transmitimos al instante a terceras personas,
vía móviles, ipads etc. tendemos inevitablemente
a relativizar cualquier suceso o noticia por grave que sea con el consiguiente
menosprecio al hecho en cuestión.
No hace tanto tiempo,
ante cualquier acontecimiento (no forzosamente transcendental) que nos llegaba, nos sorprendía, afligía o
indignaba, después se generaba algún tipo de debate y el hecho permanecía en
nuestra mente y memoria cierto tiempo, hoy eso ya no pasa por muy notable que sea
el asunto. Es tal la sucesión de noticias generadas que llegamos a profesarles poco esmero y enjundia a su análisis, apenas
reparáramos mucho tiempo en ellas, enseguida llama nuestra atención otras
nuevas, quizás más llamativas, que requieren nuestra atención e interés.
Yo he sido siempre un
ávido acaparador de información, me interesa todo y de cualquier naturaleza.
Hoy, aunque sigo siendo un curioso empedernido hay veces que empachado de
tantos wasshaps, youtube , emails o telediarios
me planto e invalido cualquier aparato emisor que me proporcione y aturda
con nuevas primicias. La alternativa es
tranquilidad y sosiego y para eso un buen libro de ensayos de cualquier
filósofo clásico o moderno es ideal. Propongo Montaigne o Séneca y por qué no, Sabater o Marina. En
cualquier caso qué mejor que dosificar la cantidad y sobre todo la calidad
de información que nos llega, ya sea
política, social, económica o deportiva. El exceso de esta es estresante y
estéril, apenas deja huella en nuestra mente, solo pasajera.
Antes, el perímetro donde
se originaba los eventos y noticias que llegaba a nosotros era muy pequeño, se
circunscribía a nuestro barrio, ciudad y como mucho al país, hoy se ha
agrandado considerablemente, todo el planeta es el lugar en donde se generan, y
todos los habitantes de este son susceptible de ser o crear noticias. Conocemos
de sobra la cantidad enorme de vídeos, reportajes o informes que nos entran a
través de periódicos digitales o no, internet etc. y nos llegan desde cualquier
rincón del mundo por muy apartado que esté, todos somos conscientes de la poca
consistencia de ellos, apenas dejan rastro en nuestra memoria ni modifican
nuestro cachet intelectual. Cualquier noticia (sorprendente) que ayer
conmocionó a la humanidad o al país, hoy ya nadie se acuerda de ella, la han
tapado otras recién llegadas que atrae nuestra atención y desvelo y que mañana posiblemente
habitará también en el olvido colectivo.
Dicen algunos que
saben del asunto que los seres humanos
occidentales actuales recibimos más
datos en un mes que cualquiera de nuestros congéneres de hace un siglo en toda
su vida, y me lo creo. El mundo de estos últimos se reducía a su ámbito más
cercano, nuestro entorno afectivo de ahora es el planeta entero.
Gracias a que nuestro cerebro ha alcanzado tal
grado de evolución y perfección nos permite recibir y almacenar una gran parte
de la ingente cantidad de datos que nos llegan de nuestro contexto tecnológico
pero también olvidar o relegar otros que considera menos importantes. Aun así
considero oportuno poner el énfasis en la calidad de la información más que en
la cantidad y por nuestro bienestar emocional
y serenidad de espíritu, hacer compaginar la actualidad con ratos de estudios y
seguimiento a las sabias enseñanzas de nuestros antepasados más ilustres.
Bien es verdad que el
aserto rotundo que nos sugieren expertos
en marketing de que: información es poder, no es baladí y
hay que tenerlo muy en cuenta. Efectivamente para estar al día en cualquier
conversación, debate o simple charla y a todos los niveles es menester estar al
corriente de las últimas noticias y de todos los trending topic de cada momento, ya sea en twitter o facebook . El secreto como en
todo está en la moderación y en el sentido común, precisamente el mas ausente de
nosotros las más de las veces.
Joaquín Yerga
28/05/2015