sábado, 6 de diciembre de 2014

A propósito de Raphael



La música expresa aquello que no puede decirse con palabras pero que no puede permanecer en silencio.
(Víctor Hugo)


Realmente apenas he asistido a conciertos de música a lo largo de mi vida pero siempre hay una excepción. Y ésa excepción, créanlo, mereció la pena pues se trataba nada menos que de Raphael. Nos cueste o no reconocerlo éste gran cantante forma parte de la vida de muchos españoles. De la mía seguro que sí ¿Quién no ha visto sus espectáculos televisivos, o escuchado sus canciones por doquier desde hace varias décadas?
Miguel Rafael Martos Sánchez, que ese es su nombre de pila, comenzó muy joven en este oficio de cantar, a principios de los años sesenta. Representó un par de veces a España en el festival de Eurovisión y también participó en el de Benidorm, famoso y de cierto prestigio en su época. Yo recuerdo verlo actuar en televisión desde finales de los sesenta, sobre todo en las noches de fin de año. Se debatía ya sobre si era o no la mejor voz del panorama artístico de nuestro país. Entre él y el tristemente desaparecido Demis Roussos estaba la duda.
Hay que reconocer también que al principio de su carrera había sectores que lo consideraban un poco ñoño, quizás por el tipo de canciones que le componían (Ave María, El tamborilero etc.). Pero poco a poco se fue consolidado, escogió los mejores compositores para sus canciones, (Manuel Alejandro, Perales etc.) y hoy por hoy está considerado uno de los reyes de la canción española. Raphael ha sabido adaptarse a todas las tendencias y junto con Julio Iglesias son los únicos reyes de la canción española. Y aquí incluyo de todo (boleros, baladas etc.). Además son los únicos de este género capaces de llenar un teatro de más de mil localidades durante casi treinta días seguidos. Y por cierto, a un precio de la entrada nada barato.
Los conciertos que está ofreciendo este año en el teatro Compac Gran Vía no están nada mal. El que tuve el gusto de asistir hace unos días duró apenas dos horas y media pero fueron muy completas. El equipo de músicos que le acompaña es excelente y la puesta en escena espectacular, por el juego de luces y las peculiaridades del propio artista sobre el escenario.
El divagar sobre el concierto y relatar las excelencias de Raphael me predispone a contarles mi relación con la música. Y ya les adelanto que ni es extensa ni muy sólida.
Y es que particularmente entiendo poco de música, me gusta cierto tipo de esta y con eso me basta. En la música como en vida hay momentos para todo: unos propicios para la melancolía, ratos nostálgicos en los que por diversas circunstancias se rebelan los recuerdos y me apetece alguna melodía romántica tipo boleros. A veces es la euforia la que predomina en mi ánimo y entonces me atrevo con algún CD de rock americano de los cincuenta que hace unos años descubrí para mi regocijo. En otras ocasiones sin embargo, que son las más, recurro a la música clásica y tiro de la sonata: Para Elisa de Beethoven o el adagio de Albinoni.
En esta agradable dádiva que la vida nos ofrece para satisfacción y embeleso de nuestros sentidos como es la música, también pasé por diferentes fases en gustos bien distintos unos de otros, me explico...
Mis primeros recuerdos de la música se retrotraen a escuchar de niño en la radio aquellos programas de canciones dedicadas (la mayoría de las veces de canción española) Antonio Molina, Valderrama, Manolo Escobar. También las del Dúo Dinámico y los Bravos eran las canciones más escuchadas. Después vinieron las primeras de Camilo Sesto y los melódicos de principios de los setenta. A los dieciséis más o menos me volví mas inconformista (cosas de la edad) y me identifiqué con grupos de protesta social barriobajera. Esto, (acorde con mis etapas evolutivas siempre a la par que las modas) me duro poco.
Más adelante, con dieciocho ya cumplidos y por casualidad, tropecé con la poesía sonora de Serrat que me entusiasmó y me abrió las puertas a los cantautores protesta del momento, tan de moda por la cuestión política, Aute, Ibáñez, Andión etc. Escuché con verdadero empeño a estos estupendos creadores, hasta que la situación política y social cambió y con ella también mis apetencias musicales.
Pasados los años fui cambiando en pareceres y toqué muchas teclas en esto de la música. Sin gusto totalmente definido, según las circunstancias y sentimientos pasé por: Triana, Supertramp, Julio Iglesias, Abba, Dylan, Dire Straits etc. tampoco le hice ascos a Camarón o Pavarotti.
Con todo he de reconocer que escuchar música no aparece en el “top ten” de mis apetencias. Admito que ocupa un espacio comedido entre mis hobbies pero tengo otros más apetecibles; leer y escribir me llena mas. Incluso creo que últimamente dedico menos tiempo a escuchar canciones que hace unos años. Quizás en el coche y durante viajes largos, harto muchas veces de tertulias políticas o empachado de cuñas publicitarias, no me queda otra que echar mano de algún CD de Julio Iglesias o recurrir a alguno de música clásica mas relajante que siempre llevo en la guantera.
Dicho queda...


                                     Joaquín Yerga
                                     06/12/2014


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