Esta semana, el jueves 19
de junio, hacemos rey al príncipe Felipe. Digo hacemos porque es el pueblo a
través de sus representantes, diputados y senadores lo que tienen la potestad de
hacerlo en nuestro nombre.
Puede parecer anacrónico
a estas alturas del siglo XXI que aquí en España sigamos coronando reyes aún y
más después de la penosa historia que nos ha legado la monarquía en el pasado,
es verdad pero ha cambiado mucho el cuento.
Para empezar el sistema que nos dimos los españoles para gobernarnos fue una Monarquía parlamentaria como
todos sabemos(o casi todos porque de todo hay), es decir los poderes del rey aún con título de jefe del estado, son muy escasos, se limita simplemente a
representar al país en actos oficiales y algunas zarandajas más. Hasta los
discursos con que nos obsequia en
navidad y en otros eventos son revisados antes por el gobierno de turno.
Conviene recordarlo para que no haya malentendidos entre los numerosos nuevos
simpatizantes republicanos que se han apuntado al carro ahora que, el rey reina pero no gobierna.
Exceptuando la manera de
elegir al monarca, (no se somete a votación cada cuatro años como el presidente
de una hipotética república) no hay nada en cuanto a democracia, libertades,
gobiernos, leyes, constituciones etc. que no se pueda hacer con este tipo de
monarquía y si con un sistema
republicano.
Por buscar algún pero al
ya abdicado rey Juan Carlos, este fue nombrado o impuesto, según lo queramos
ver por Franco, pero su hijo Felipe va a ser refrendado, como he señalado antes
por el pueblo.
Hay gente, mucha es
verdad, que opina que ellos no han votado esta constitución y por lo tanto no
está legitimada al cien por cien, pero habría
que recordar que casi ningún país somete su carta magna a votación cada
generación. La norteamericana lleva intacta más de doscientos años, la francesa
algo parecido al igual que la inglesa, que no está ni escrita etc.
Esta constitución
nuestra, la que dice cómo hemos de gobernarnos, la votamos una mayoría inmensa
de ciudadanos, entre ellos el que escribe, no es infalible ni déspota, nos da
seguridad jurídica para que podamos prosperar y convivir en paz entre nosotros
y es a su vez de las más progresista que existen en el mundo. Es tan sabia y
está también redactada que nos ofrece la oportunidad de cambiarla en todo lo
que queramos. Podemos reformarla para pasar a una España federal, aunque muchos
de los que están a favor de esta no sabrían exactamente qué es; tenemos la
potestad de cambiar artículos y darnos una república presidencialista al modo
francés o americano, incluso si nos empeñamos, trocar leyes para que catalanes
y vascos tengan sus referéndums legales y puedan irse de España libremente y
quedarnos huérfanos el resto, los mas pobres (algunos partidos de izquierdas
que abogan por esto último tendrían que
explicarles luego al minúsculo pueblo que quedemos las consecuencias reales de
tal desaguisado, después, una vez independizados, que vayan a pedirles
solidaridad a los partidos hermanos(
ERC, Iniciativa per Cataluña etc.) de esas díscolas regiones que las risas de
estos últimos se oirán en Pernambuco , Brasil , ahora que estamos con el
mundial de fútbol) .Todo lo anterior podemos hacerlo, no es inamovible, pero se
necesitan dos tercios de representación para conseguirlo, como es lógico por
otra parte, porque de lo contrario estaríamos expuesto a cambios bruscos y
aventureros a cada mayoría simple de turno.
De todas formas si algún partido político o alianza de partidos pretende hacer cambios en esta ley de leyes, solo tiene que indicar en su programa lo que quiere hacer y esperar que le voten, si tiene la suerte de sacar mas de 245 diputados está hecho.
De todas formas si algún partido político o alianza de partidos pretende hacer cambios en esta ley de leyes, solo tiene que indicar en su programa lo que quiere hacer y esperar que le voten, si tiene la suerte de sacar mas de 245 diputados está hecho.
A mi humilde parecer
hemos de esperar a que pase la crisis económica que hemos sufrido y aun
padecemos durante demasiados años ya y
que ha sido la responsable en parte de estos vendavales pseudo-revolucionarios que soplan últimamente. Debemos estar sereno
como país para abordar con seguridad y seriedad los problemas más importantes
que se nos están presentando, que son por este orden: la integridad territorial,
el paro descomunal, corrupción política y luego la forma de estado, federal o autonómico.
En último lugar estaría el dilema monarquía o república pues con cualquiera de
los dos sistemas se pueden solucionar los anteriores.
Creo que al nuevo rey debemos darle un margen
de confianza, es una persona muy preparada y nos puede representar muy bien en
el mundo. En tiempos de zozobra mejor no hacer mudanzas, reza el dicho y ahora
con la que está cayendo no es el momento idóneo para cambios estructurales.
Es verdad que a Juan
Carlos se le ha criticado, muchas veces con razón. El comportamiento nada
ejemplar de su hija y su yerno le ha salpicado, así como la cacería inadecuada
en momentos muy inoportunos pero reconozcamos su papel en estos cuarenta años
de paz y democracia que nos hemos dado. España se ha modernizado como nunca y, quién
lo iba a decir hace esos años, que estaríamos,
a pesar de los problemas últimos, en la élite mundial de países desarrollados.
A este nuevo monarca que
se nos corona el jueves hay que hacerle, por lo menos, un contrato temporal imaginario de
tres o cuatro años y luego si nos conviene a todos, convertirlo en indefinido
si la empresa (España) tiene beneficios(prosperidad,igualdad y convivencia). A mi modesto entender, en un principio
tiene todas las de ganar: elegido por el pueblo (a través de nuestros
representantes), está limpio de corruptelas, casado con una plebeya y por supuesto
muy preparado para el cargo, qué más se puede pedir.
Joaquín
Yerga
17/06/2014
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