La
vida es muy traicionera, y cada uno se las ingenia
como puede para mantener a raya el horror, la tristeza y la soledad.
Yo lo hago con mis libros"
como puede para mantener a raya el horror, la tristeza y la soledad.
Yo lo hago con mis libros"
( A.
Pérez Reverte)
Hace unos años, alguien, un buen amigo para más señas, me sugirió crear un blog y exponer en él lo que se me ocurriera, fotos, relatos, impresiones etc. creo que acerté al seguir su consejo. Hoy a ratos, cuando dispongo de tiempo suficiente cuelgo en esta, especie de Diario en la red, naderías que se me ocurren y otras pinceladas menudas de mi pensamiento.
A los que nos gusta escribir y todo lo relacionado nos ilusiona encontrar lectores que se entretengan con nuestros escritos. Creo que en el fondo subyace en nosotros un deseo de contar cosas que hemos aprendido, leído o simplemente vivido, y que de otra forma no hallaríamos gente dispuesta a escucharnos. Con este novedoso medio de llegar a ellos, tan fácil de realizar y de propagar, hemos ganado muchísimo en rapidez y comodidad. Es muy sencillo ahora llegar a amigotes y allegados, basta con solo pinchar el ratón y ya se encarga facebook o twiter de poner al alcance de éstos señales de nuestra distorsionada y calenturienta imaginación.
Antes del descomunal desarrollo de Internet la única manera de influir en posibles lectores era a través de los periódicos o revistas en la sección de cartas al director. Aficionado como he sido siempre a exponer opiniones políticas o sociales del momento, utilicé a menudo ese sistema para hacer llegar mis impresiones a cierto público. Hoy agradezco la expansión de este invento de las redes sociales y su enorme utilidad.
Tímido hasta la exageración aun a mis cincuenta y ocho, todavía me ruborizo bajo algún contratiempo verbal o situación aparentemente enojosa ante mis contertulios. Cuando me veo en la necesidad de hablar en público todavía me azoro inexplicablemente y necesito un esfuerzo extra de serenidad y aplomo para hacer llegar a la gente mis verdaderas intenciones. Todo esto se diluye en la escritura. Aquí, ante mi absoluta y estricta soledad soy más autentico y verdadero. En este formato razono con más serenidad y sosiego, porque las ideas a nada que uno se esfuerce acuden, aunque a veces se hagan de rogar. También los recuerdos, a pedazos, retornan de la evanescente nada, se hacen visibles y se hilvanan hasta completar algún relato fantástico o aburrido articulo político.
De todo, lo que más me motiva a escribir y contar lo que siento, en comparación con otras formas de expresión, es la falta de condicionamiento ambiental. Y es que uno escoge los temas a desarrollar a su gusto. A veces, predispuesto a la reflexión me apetece evocar épocas pasadas. Otras intento imitar a mi manera alguna novela famosa de algún escritor eterno, (sin mucho éxito por cierto) con algún relato corto manifiestamente mejorable...Y las más de las veces reflexiono sobre nuestro país, su historia y sus gentes, que por otra parte es mi gran pasión.
Otra gran ventaja de escribir y perpetuar lo que se me ocurre es que queda constancia eterna del escrito y sus circunstancias. Todo lo que se apunte sobre un folio o quede reflejado en la etérea pantalla de un ordenador se convierte en imperecedero. Las palabras habladas se las lleva el viento o las acalla el silencio... son efímeras, en cambio las impresas son inmortales. También tengo la posibilidad de repasar después, transcurrido el tiempo, mi trayectoria personal. Y puedo valorar, por tanto, mis opiniones vertidas anteriormente si fuese menester. En cualquier caso juzgar si fueron acertadas o por el contrario arrepentirme de haberlas escrito.
Por supuesto soy consciente de mis limitaciones, no pretendo emular a Cervantes, ni a nuestro insigne Lope de Vega a estas alturas, ¡Dios me libre! Tan solo relatar, a mi manera, pequeñas historias inventadas u opiniones de carácter político o social. ¡Aah! Y contar con gente que me lea ¡claro!
Joaquín Yerga
09/12/2017