Está a punto de morir el
que sea, quizás, el último héroe español, así lo ha llamado un famoso
periodista recientemente.
Adolfo Suarez, primer
presidente de gobierno de la España democrática se muere casi olvidado por gran
parte de los ciudadanos. Todos los españoles, pero más los que lo hemos
conocido y vivido como político, aunque por edad no todo lo me hubiera gustado,
estamos en deuda con él.Fue el hombre adecuado en un momento crucial de nuestra historia. A veces ocurre esto, no sé si por azar o por necesidad pero surgen personas así en situaciones extremas. Salvando las distancias, en Inglaterra, Winston Churchill libró al país de acabar en las garras de la Alemania nazi cuando todo apuntaba a ese negro panorama. Arengó a sus conciudadanos para que no decayeran cuando peor lo estaban pasando durante el bombardeo de Londres, con la archiconocida soflama: Sangre, sudor y lágrimas; luego en la paz, los ingleses le dieron la espalda. Años después se reconoció su valía y actualmente está considerado un prohombre en la historia de la humanidad, a Suarez, aquí en su país, le pasó algo parecido.
Este hombre, curiosamente de procedencia acomodada, clase media católica abulense, supo sobreponerse a esa época gris y posdictatorial en donde los militares supervisaban cualquier apertura democrática como una espada de Damocles y con la anuencia del rey llevó a nuestro país al regazo del grupo de países modernos y democráticos, sorteando multitud de obstáculos.
A pesar de haber transcurrido algo más de treinta años desde que acabó la guerra civil, en España aun perduraban posos de rencores y revanchas entre las diferentes tendencias políticas e instituciones varias; sindicatos, iglesia católica; partidos de izquierda y sobre todo estamento militar. Él supo poner de acuerdo a todos, algunos no tuvieron más remedio de transigir y así pudimos llegar a las primeras elecciones generales de 1977. Uno de los episodios más valorados después con la perspectiva del tiempo, fue legalizar al partido comunista aprovechando la festividad del sábado santo, algo impensable poco antes.
Otro de los factores graves que tuvo que sortear y eso le engrandece aún mas fue el gran problema económico que padecíamos. El país estaba casi en bancarrota con una crisis tremenda y una inflación del 40%. Consiguió que todos los partidos firmaran los famosos pactos de la Moncloa y así poder mantener una paz laboral imprescindible para salir a flote.
Lo que más reconocible de la época por todos los españoles y que seguramente llevaremos grabado en nuestra memoria colectiva durante bastante tiempo, es sin duda el golpe de estado del 23 F. Ese día, Adolfo Suarez y en esa situación extrema, demostró su carisma y valentía. Rodeado de guardias con fusiles prestos a ser utilizados mantuvo la compostura negándose a tirarse al suelo. Pasado aquello, declaró que la dignidad de ser presidente del gobierno de España con los votos libres del pueblo le mantuvo firme.
Después, cuando la democracia estuvo asentada y las discordias propias de los partidos políticos democráticos le hizo dimitir, le tocó saborear la hiel de la ingratitud, por otra parte tan propia de nuestra ancestral idiosincrasia. Fundó más tarde el Centro Democrático y Social (CDS), pero ya las cosas no estaban igual, ahora le tocaba el turno a otro partido Psoe , liderado por otro carismático político.
Ahora su vida se extingue poco a poco después de once años de penosa enfermedad en la que él ya no es consciente de los avatares de nuestro país.
Supongo que por dignidad como país libre y democrático y a todo lo que él contribuyó para que así fuera, por los inmensos problemas que evitó, incluido revueltas y derramamiento de sangre, por su valentía y honestidad en ejercer como presidente del gobierno de todos los españoles en una etapa tan difícil y crucial y hacerlo con justicia, por todo eso y más se merece nuestro respeto y consideración.
El tiempo y la historia harán justicia y considerará este buen hombre como un Héroe Nacional, no a la antigua usanza como triunfador en batallas, sino por ser el presidente español justo y democrático que el país necesitaba en un momento clave de nuestra historia.
Como excepción, para nuestra desgracia, Adolfo Suarez ha conseguido al final de su vida poner de acuerdo a todos los partidos políticos en reconocer su figura y sus hechos.
Joaquín Yerga
23/03/2014
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