miércoles, 2 de septiembre de 2015

Verano del 2015

Cada verano tiene una historia
                 (Anónimo)


  Se nos escapa ya, camuflado entre estos primeros y frescos días de septiembre, el último  verano. Un  verano más a archivar en el disquete neuronal de nuestra  memoria, sito en algún lugar recóndito de nuestro cerebro.   Son muchos ya los almacenados, tantos como primaveras cumplidas por los cincuentones de mi generación. Selecto y sufrido club al que me digno pertenecer desde hace ya más de un lustro.
   Este largo y caluroso estío pasará sin pena ni gloria en lo tocante a lo social y político en general,  sobre todo en lo que nos afecta en lo más cercano y entrañable, aludo a nuestro país. Entiendo que no pasará a la historia por nada sobresaliente, claro, que siempre se entiende esto último por hechos o sucesos extraordinarios, las mas de las veces  luctuosos y para eso mejor que pase de puntillas, sin hacer ruido.
  Los meses de julio y agosto siempre fueron  meses propicios para grandes acontecimientos unos buenos y otros muy malos, de hecho estos días pasados se han ido cumpliendo sucesivamente aniversarios de multitud de episodios importantes, recuerdo especialmente catástrofes naturales, el asunto del Ébola el año pasado etc. Sin embargo este año como digo ha sido más anodino de lo habitual, quizás lo más significativo fue el largo periodo de calor asfixiante de los últimos días de junio y de casi todo el mes de julio con temperaturas que han rebasado la media habitual llegando incluso a pulverizar los records en casi todas las ciudades y pueblos de nuestra querida piel de toro.
Otra cosa bien diferente ha sido (en el devenir de este verano ya casi moribundo)  en el terreno personal y afectivo. Aquí si ha sido muy especial y no precisamente por su carácter positivo, la desaparición repentina de un buen amigo de juventud me ha dejado un regusto bien amargo y hará que gran parte de él entre a formar parte de mis recuerdos menos deseados.
  Otro capítulo aparte (muy diferente a  lo expuesto  anteriormente) y que me merece un par de comentarios… Después de un año pródigo en dedicación a unas de mis aficiones  favoritas como es escribir y divulgar después  a través de mi blog mis artículos e impresiones, banales las mas lo reconozco, pero que lo he llevado a cabo a lo largo de este año con periodicidad pasmosa ; pues de manera inexplicable he pasado estos dos últimos meses sin garabatear ni una palabra, ni una frase y confieso que no ha habido ninguna razón de peso para ello, simplemente holgazanería, viajes extraordinarios allende nuestras fronteras o lecturas intrascendentes. Prometo retomar con nuevos bríos, (ahora que he vuelto a la insustancial cotidianeidad) mi apetecible pasatiempo  y castigar a la docena de sufridos pero ávidos lectores que bostezan con mis relatos de un otoño caliente, colmado de nuevas ocurrencias, hasta que alguno me denuncie por… cansino.
  Este verano del 2015, que tanto nos ha hecho  sudar climatológicamente y que ahora arrepentido se despide de manera suave como el que no rompe plato, va a dar paso a un otoño ajetreado en lo político. Siendo consciente que es este un tema no muy agradecido y que a mucha gente le aburre soberanamente, no por ello es menos importante para nuestra salud democrática, territorial e incluso económica y por lo tanto estoy obligado a un par de puntualizaciones.
 Este mismo mes de septiembre, como todos los años en estas mismas fechas (ya he hablado otras veces de ello) nos daremos de lleno con el tema catalán. Primero la Diada que llaman ellos y dos semanas más tarde las elecciones autonómicas que los nacionalistas quieren hacer plebiscitarias, es decir que sirvan como una especie de referéndum en el cual ellos decidirían si se independizan de España o no. Después vendrían las generales, una de las más importantes de nuestra joven democracia (eso lo dicen todos los partidos  y de casi todas las elecciones) bien es verdad que estas si pueden ser  diferentes debido a un posible fin del bipartidismo y al enigma de las nuevas alianzas para formar gobierno.
 Con lo de las catalanas creo que estamos llegando al fin de este culebrón interminable pues según el resultado que se dé pueden ocurrir dos cosas. Si ganan los nacionalistas y como dicen proclaman la independencia unilateralmente esto obligaría al estado a  intervenir la autonomía, primero de manera judicial y después desalojando del poder a los políticos elegidos (para hacer esto necesitaríamos la unidad de los partidos estatales), después del ruido inicial se apaciguarían los ánimos y se convocarían nuevas elecciones.
 Si por el contrario tienen mayoría de votos los partidarios de seguir dentro de España, sería un batacazo para los independentistas que se desinflarían perdiendo poder para muchos años, con lo que en la política española recuperaríamos una normalidad  de la que siempre hemos carecido.
Reconozcámoslo aun tenemos pendiente los españolitos vivir en una España en donde la naturalidad democrática fuese común, como en cualquier país europeo desarrollado y en donde los problemas se ciñan únicamente a elegir un partido conservador o socialdemócrata para que nos gobierne cada cuatro años.
 Sin remontarse demasiado atrás en la historia,  primero fue una cruel guerra civil que dio paso a una dictadura desfasada en el tiempo, llegó por fin la transición y la democracia pero tutelada esta con ruidos de sables y con una banda terrorista ETA anacrónica que hacía estragos insufribles en nuestra sociedad y justo al desaparecer todos estos antecedentes tan negativos aparecen con bríos renovados los nacionalistas catalanes y nos dicen que hay que ser excelsos demócratas y les dejemos emanciparse, como el que se toma un helado. Soy de la opinión que hace falta en nuestro país un gran pacto territorial entre todos para que  zanjemos de una vez este tema y nos centremos en los verdaderos problemas que importan a la mayoría de la gente.
 Pero todo esto (de lo que siempre acabo escribiendo por otra parte) es tema cañón para el otoño y mi intención era hablar del verano que es lo que corresponde, no obstante me consuela que aún nos quedan veinte días de él y supongo tendré tiempo y ocasión de comentar algo mas al respecto.

                                                                                                      Joaquín Yerga
                                                                                                         02/09/2015




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