jueves, 10 de septiembre de 2015

A la buena gente


  La solidaridad pesa más que las ideologías. Muchas personas creen que se trata de un tipo
 de emoción, y es verdad, pero también tiene que ver con la inteligencia.
                           (Henning Mankell)

  De la palabra, Refugiados,  hemos aprendido  su significado estos días (muchos españoles)  gracias a los sirios que huyen de la guerra civil en su país y a la presión mediática que los secunda. También  estos años pasados  incorporamos a nuestro idioma domestico otros vocablos  como: patera, cayuco, inmigrante, subsahariano, ébola, yihadista  etc. Basta que los telediarios nos los muestren constantemente durante unos días para que todo el mundo asumamos estos nuevos términos y los hagamos  cotidianos, como de toda la vida, vaya!
  Una imagen vale más que mil palabras, esto es una verdad como un templo (tan grande como los que destruyen de manera inmisericorde paisanos radicales de estos refugiados en Palmira y otras ciudades sirias e iraquíes). Bastó la foto del niño sirio Aylan Kurdi ahogado en la playa para que una gran parte de los europeos nos rasguemos las vestiduras y emprendamos una guerra por demostrar,  o aparentar quién es más generoso con esta gente. No me cabe duda  que en cuanto los medios de comunicación dejen de enseñarnos esas duras  imágenes, volveremos a nuestros vulgares quehaceres diarios y las habituales rencillas políticas o sociales retornaran a nuestros desvelos y atenciones  y… sin embargo esos cientos de miles de sirios seguirán con sus mismas penalidades  pero, claro, habrán dejado ya de ser el centro de nuestro interés informativo.
  Ojos que no ven corazón que no siente, es otra frase hecha que nos viene que ni pintada para describir lo que sentimos o compartimos  los acomodaticios y superdesarrollados europeos. Parece ser que necesitamos un empuje extra  en forma  de imágenes o tertulias televisivas que agite nuestras conciencias y  desborde nuestro altruismo. Si no es así permanecemos apáticos y sin criterio propio al que agarrarse. En estos asuntos, como en otros, actuamos como gregarios al albur de las noticias más o menos impactantes.
  La guerra civil que se está desarrollando en Siria está a cumplir ya cinco largos años y lleva engullida la vida de 200.000 personas, no sé cuantos desaparecidos y más de cinco millones de desplazados y no será por imágenes mostradas porque también las ha habido y muy duras. En África, una docena de países se desangran en crueles guerras con cientos de miles de muertos Congo, Sudan, Chad, Libia, Nigeria, en donde la facción musulmana radical Boko Haram secuestra viola y asesina niños musulmanes moderados y sobre todo cristianos. Ignoro cuál es la chispa que hace saltar las alarmas de nuestra indignación, pero me temo que es muy selectiva, a menudo descarga sobre pólvora mojada.
  Estos refugiados políticos, sirios, afganos o iraquíes no son inmigrantes africanos que buscando una vida mejor llegan  en pateras, recalan en nuestras ciudades y acabamos viéndolos en la puerta de los supermercados ejerciendo una mendicidad encubierta. Estos al fin y al cabo se buscan su vida. A los refugiados, gracias a unas leyes humanitarias bastantes dignas, el país de acogida se compromete a hacerse cargo de su manutención, debe proporcionarles viviendas y todos los servicios sociales apropiados para él y su familia por lo tanto es una tarea duradera en el tiempo y muy costosa. Los ataques de generosidad de los que alardean algunos habría  que moderarlos porque ocurre que quizás lo tengan que gestionar otros.
  Me descubro ante la cantidad de gente que de manera… desprendida ofrecen ayuda de todo tipo incluidas sus propias casas para acoger a familias enteras, alcaldes que haciendo uso de bienes comunitarios abren las puertas de polideportivos municipales para atender a todos los refugiados que quieran y mas, como si de damnificados de catástrofes propias fuese, o ayuntamientos con grandes despliegues de pancartas dando la bienvenida a todos los que estén a bien venir a su ciudad. Visto así pareciera que hubiera una carrera feroz para demostrar a ver quién es más bondadoso  a la par que generoso con esta pobre gente.
  Pues me temo que no van por ahí los tiros, esto es una cosa muy seria para tratarla así de fácil y de superficial. Una cosa es dejarse llevar por una emoción humanitaria momentánea ante unas duras imágenes y otra muy diferente es hacerse cargo de miles de personas con todos sus derechos a respetar que  obliga la ley a los países receptores, ante  la categoría de estos inmigrantes con estatus de refugiados políticos.
Hay que tener en cuenta que a estas personas, (España le toca acoger  17000) le tenemos que garantizar vivienda, trabajo, colegio y sanidad durante un tiempo mínimo que ignoro su duración; en un país de cuatro millones y medio de parados.
  Por supuestísimo estoy  a favor de ayudar a esta gente pero siempre de acuerdo con las autoridades comunitarias y españolas que son las que tienen que velar por la seguridad y bienestar de todos y no por personas u organismos individuales, bien intencionados todos ellos, pero que actúan de manera  emocional  cuando no caótica. Una cosa es predicar y otra dar trigo, que suele decirse. Creo que antes de manifestarse a favor de acoger familias de manera tan desinteresada, echen cuenta cuanto les va a costar y se comprometan a costearlo hasta el final, sino, dejemos al estado que lo haga que para eso nos representa a todos.
  La inmensa mayoría de estos refugiados sirios e iraquíes, también los hay  afganos, parece ser son de clase media (teniendo en cuenta que no es clase media europea, por supuesto) que se han podido permitir pagar treinta mil o cuarenta mil euros a las mafias que los han transportado. No hay que olvidar tampoco el efecto llamada que va a producir esta generosidad europea sobrevenida pues en esta oleada se prevén aprox. 300.000 personas, pero no nos engañemos presto a emprender el camino hacia el paraíso europeo hay millones que ahora lo verán más claro y... qué hacemos con ellos.  ¿Les cerramos las puertas? ¿Estamos dispuestos a perder gran parte de nuestro bienestar en pro de la solidaridad mundial y recibimos a todos con los brazos abiertos? Son preguntas que visto lo visto más pronto que tarde habrá que plantearse.
 Tampoco tenemos que flagelarnos los europeos por todos los males que ocurren en el mundo y sobre todo de las guerras que imperan en el hemisferio sur. La mayoría de ellas son de carácter religioso y ahí sí que estamos exentos de culpabilidad. ¿Tengo yo culpa o la persona que lea esta reflexión de que sean tan crueles algunos musulmanes radicales sunitas o chiitas, cuando se masacran entre ellos por nimiedades dogmaticas?
  A Europa no se le puede catalogar de insolidaria, ha acogido a mas de veinte millones de musulmanes (en España hay casi un millón) que han venido a trabajar honradamente con la loable intención de mejorar económicamente ellos y sus familias y les hemos permitido, libertad de culto, cosa que ellos no consienten en sus países de origen y,  luego están los países ricos del golfo ¿donde está la solidaridad con sus hermanos musulmanes ¿ a ellos que les sobra el dinero.
 No lo olvidemos, Europa es el sueño de todos los habitantes del mundo que no están sobrados de libertad, de trabajo y de un futuro digno y hay que medir muy mucho nuestras posibilidades para no echar por tierra todo lo conseguido y a la vez nos permita ayudar y reintegrar en lo que se pueda porque si no, perdemos todos.

                                                                                           Joaquín Yerga
                                                                                            10/09/2015

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