Pertenecer al selecto club de la Unión Europea es un
privilegio que no todos los ciudadanos de los países socios somos conscientes
de sus beneficios. Ahora que, (parece ser) se ha puesto de moda poner en duda
este privilegio, me apetece manifestar mi opinión al respecto y de paso
recordar situaciones pasadas.
Cualquiera que haya leído algo de historia sabrá con toda
seguridad que uno de los principales anhelos de nuestros antepasados más
ilustres de todo signo político y pensamiento…Ortega y Gasset, Giner de los
Ríos, Azaña, Ganivet etc. fue siempre
parecernos a los países más desarrollados de Europa, es decir Alemania, Reino
Unido, Francia, Holanda etc. El resto del pueblo llano, desinformado por decirlo de manera suave, no siempre fue consciente de sus prioridades.
Hace ya trescientos años que estos países que menciono son
el paradigma máximo de la civilización, el culmen de lo que deben ser pueblos prósperos, democráticos y que
respetan los derechos de todos sus ciudadanos. Es aquí, en estos países que
componen el corazón de Europa donde ha
nacido la ciencia moderna, la medicina y
la tecnología. También le debemos a ellos y en materia de humanidades,
los derechos del hombre, la libertad de prensa o la libertad religiosa. Por
supuesto ha habido también excesos (las dos guerras mundiales) pero nada
comparado con lo acontecido en el resto del mundo. Digamos que todo lo que
supone progreso científico y avance social como personas procede del núcleo
central europeo.
Estos países tan evolucionados decidieron unirse, suprimir
fronteras y comerciar libremente entre ellos al acabar la segunda guerra
mundial con el fin de seguir avanzando económicamente y de paso competir con
los Estados Unidos de América, incipiente líder mundial en todas las
disciplinas importantes. Los objetivos de esta unión fueron en primera
instancia de tipo comercial pero posteriormente dio paso a una asociación mucho
más amplia que englobaba proyectos, leyes comunes etc. hasta llegar a la moneda
única y el propósito actual de un banco central europeo.
Nosotros aquí en España, mientras tanto y en ese pasado
reciente a lo nuestro, es decir a lo de siempre, a liquidarnos unos a otros en atroces guerras civiles, a
dictaduras militares opresoras, a sublevaciones anarquistas quema iglesias, o a
rancio dominio espiritual católico apostólico. Esto es lo que teníamos aquí en
nuestro suelo patrio hasta antes de ayer, como aquel que dice y ahora recientemente hemos añadido un ingrediente
más para darle más sabor (si cabe) a esta frustrante sopa, los nacionalismos
periféricos.
España ha sido (hasta dos días) un país exótico (en parte lo
seguimos siendo). Los europeos civilizados nos miraban, por nuestro folclore y por nuestras costumbres
antediluvianas, como se mira a un país de aventuras arriesgadas. Visitarnos,
era para ellos como proyectar un viaje a la India en nuestros días. Para
modernizarnos en todos los sentidos y ser como un país más de esa Europa próspera
y deseada, ya Ortega y Gasset a mitad
del siglo pasado nos sugería que pertenecer a esa Europa era la solución para
casi todos nuestros males (Europa como solución).
Abriendo fronteras e integrándonos de lleno con el resto de
pueblos de nuestro continente se diluye gran parte de nuestros excesos y se adquiere parte de hábitos, costumbres,
leyes etc. que han demostrado ser benignas para el bienestar de la gente. Estas
naciones nos llevan décadas de adelanto democrático y económico, emulándolas aprendemos a convivir más y mejor. A
fuerza de imitar sus tradiciones y superior cultura seriamos más
tolerantes y respetuosos con nosotros mismos y nuestro entorno. ¿Quien en su sano juicio despreciaría tener las mismas obligaciones y derechos que
un alemán o un danés, por poner un par de ejemplos? -Pues curiosamente están surgiendo
ahora voces y tendencias que abjuran y deploran
esta unión en aras de una independencia fiscal y legislativa, (Grecia como heroína
y líder de la sublevación antieuropea) ¡lo que hay que ver!!
Cualquier país del mundo daría lo que fuera por estar
situado en Europa y pertenecer a la Unión Europea, este selecto club antes
mencionado. Estar bajo el paraguas protector de sus leyes y economía es una
garantía de bienestar, democracia y respeto y eso lo han sabido siempre
nuestros intelectuales de todas las épocas. Nosotros por nuestra cuenta no
encontramos solución a nuestras cuitas, enseguida nos tiramos los trastos a la
cabeza.
En economía, esa materia tan importante para nuestras vidas,
(nos guste o no), compartir la misma moneda (el euro) con Francia o Alemania,
con la seguridad que eso nos proporciona
y a salvo de devaluaciones bananeras, no tiene precio. El poder viajar a
esos países de Europa sin tener previamente que hacer acopio de francos o
marcos es una facultad inédita en nuestra historia y fue el sueño inalcanzable
de cualquier antepasado nuestro medianamente culto. No olvidemos por otra parte
que esa moneda creada ex profeso para la
integración es quizás la más importante del mundo.
Conociendo nuestra
triste historia reciente, (a mí,
particularmente), no me importa lo mas mínimo que parte de las leyes que nos
rigen actualmente procedan de Bruselas. No me quita el sueño (más bien al
contrario) que tengamos que ceder como país, soberanía en muchos asuntos a la Unión
Europea. Ojala llegue el día en que Europa actué como si de un solo país se
tratase, con un parlamento y un banco central único. También unidos en política
exterior, con ejercito propio y decisiones comunes, incluso con un presidente
elegidos por todos. Nosotros los españoles tenemos la obligación de que nadie jamás vuelva a recordarnos aquello tan ofensivo de... Europa empieza en los pirineos.
El mundo camina hacia la unión de zonas estratégicas, ya
existen en Norteamérica ( Usa+Canadá) en Suramérica ( Mercosur) o en el sureste asiático(
con el gigante chino a la cabeza), también Rusia está intentando organizar su
zona de influencia, así que no tiene sentido ir por libre en un mundo
globalizado. Los países pequeños, salvo raras excepciones, están condenados a
ser insignificantes en el panorama decisorio mundial.
Luego, ante nuestro eterno problema de disgregación
territorial, el mejor antídoto que tenemos los españoles contra los independentismos es la
Unión Europea. El día que disfrutemos de una Europa unida en todos los ámbitos no
tendrá sentido regiones minúsculas, aisladas del gran espacio común. Sus
pequeños parlamentos y gobiernos no tendrán poder efectivo, tan solo simbólico...
o como mucho folclórico.
Joaquín
Yerga
09/07/2015
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