Quienes alcanzan el
poder con demagogia terminan
haciéndole pagar al país un precio muy caro.
(A.Suarez)
Soy de los que
piensan que estamos en buen camino para
salir de la crisis. Dicho así parece que fuera un político del partido que nos
gobierna el que lo afirma (que también) pero no, lo dice una persona que ni
gana ni (aparentemente) con el color del político que mande. Según todos los
análisis España es junto con Alemania el país que más crece en Europa, no
demasiado pero un 2% para el 2015 según las previsiones es una alegría teniendo
en cuenta que hemos sido un lastre junto con Portugal y Grecia hasta hace poco
más de un año y medio.
Es verdad que los
pronósticos para rebajar la tremenda cifra de paro no son tan halagüeños y
posiblemente tardaremos mucho en volver al 8% que una vez tuvimos, aun así soy
muy optimista y estoy seguro que la cosa ira mejor de lo que muchos creen.
España nunca ha tenido una estructura industrial ni de servicios aparente como
para absorber a todos los trabajadores patrios y foráneos que han venido
últimamente, tan solo la soberbia burbuja inmobiliaria (ahora estamos pagando
con creces sus consecuencias) pudo ocupar durante más de una década a gran
parte de esos millones de obreros de mas que rompió la norma histórica de España.
La percepción que
tienen estos días demasiados compatriotas nuestros es que vivimos una época
angustiosa. Podría parecer y de hecho el
formidable poder de los medios de comunicación nos lo hace ver como realidad
que nuestro país está en las últimas, que el sistema no puede más y por eso hay
que poner todo patas arriba. Algunos hablan de derogar la constitución, otros
de reformarla y los más osados de cambiar el sistema democrático y de mercado que nos dimos hace casi cuarenta
años y que tan bien nos ha ido por cierto.
Esta etapa de aparente
incertidumbre e indignación (nueva en la reciente historia de nuestra democracia)
habría que pasarla como el sarampión en la infancia y una vez pase será como
una vacuna para futuras generaciones, aunque no me atrevo a asegurar tanto pues
somos de memoria corta. Hemos vivido épocas inéditas desde la transición, creo
que los cuarenta años de franquismo nos está pasando una dura factura, en forma
de periodos diversos más o menos perturbadores y de los que España y por ende
su joven democracia no estaba preparada.
Cuando comenzamos la transición y con ella el sistema de
monarquía parlamentaria (hay que tener en cuenta que salvo unos pocos años de
dudosa libertad durante la segunda republica, jamás en España hubo democracia)
tuvimos que ir pagando el precio de esa libertad recién adquirida. La primera
letra que hubo que amortizar fue el intento
de golpe de estado de Tejero, siguieron otras como la pretensión de acabar con
ETA con malas artes (GAL) la usurpación por parte de algunas autonomías de las
llamadas históricas de poderes que no le correspondían llegando incluso a
convocar referendos de independencia y
últimamente la corrupción de muchos políticos debido a la falta de controles
jurídicos. Estas deficiencias democráticas se han producido a mi modo de ver
por la bisoñez de los españoles en estos
asuntos. Lo importante es que vayamos superando estos periodos a medida que
adquiramos madurez. Ya superamos las primeras y tengo fundadas esperanzas en sobreponernos a estas últimas.
No debemos desesperar
y pensar que habitamos un país de pandereta, a pesar de lo que pudiera parecer.
España es un país prospero y desarrollado, de los mejores del mundo y no exagero.
Si apartamos la maleza virtual que nos invade (percepción exagerada de
escándalos, corrupción, crisis, Podemos etc.) nos queda un país, con algunos
problemas faltaría más, pero moderno, con una sanidad envidiable en donde los mayores
no pagan sus medicinas y tienen acceso a diferentes tipos de ayudas estatales
que les facilita su vejez como en pocos países y como nunca ha habido en el nuestro,
también con la tasa de mortalidad más baja del mundo y la segunda en longevidad
después de Japón. En educación no somos los primeros en resultados por
diferentes razones pero si en inversión por alumno.
Por seguir con las bonanzas, la red de
carreteras y autopistas está a la altura de cualquier país europeo (quien lo
diría hace treinta años) en AVE quizás
con la línea más extensa del mundo. La tupida estructura hotelera en nuestras
costas y ciudades hacen que nos visiten y queden satisfechos más de sesenta
millones de turistas europeos cada año lo que nos deja la friolera de 70000 mill. de euros de ingresos.
Si en bienes
materiales somos envidiados en intangibles estamos a la cabeza. En libertad
democrática pocas naciones nos supera. Aquí todo el mundo puede decir lo que
piensa sin censura, tenemos televisión, radio y prensa escrita libres y de
todos los colores expectantes en descubrir cualquier atisbo de corruptela para
airearla. Poseemos libertad de culto, de orientación sexual (incluido
matrimonio del mismo sexo) etc.etc.
Decía Winston Churchill que una verdadera
democracia es aquella que cuando llaman a tu puerta a las seis de mañana
estamos seguros de que es el lechero; nosotros disfrutamos de ese sistema, el
menos malo de los existentes y no deberíamos olvidarlo por algunas zozobras
coyunturales recientes. Los males que nos atosigan tienen solución dentro de
nuestro orden establecido.
Con la corrupción
creo que vamos en buen camino gracias a la presión de la opinión pública, no
obstante todos los casos que están
aflorando hoy en día se cometieron hace años, durante el periodo de vacas gordas en economía. Con la que está
cayendo no creo a ningún político se le ocurra en un futuro cercano meter la
mano en la caja.
El paro es quizás el
más grave problema que padecemos, este es estructural y me temo
que tardaremos en solucionarlo, aun así algo bajará en los próximos
años.
El gran asunto
catalán es la otra pata del trípode de nuestras cuitas junto con la corrupción
y el paro. Bajo ningún concepto debemos permitir que alcancen algún día la independencia
porque entonces se acaba España como nación, la más antigua de occidente. Ya no
es solo que fueran un país diferente, que también, sino que detrás irían
Euskadi, Galicia o Canarias y después con toda seguridad pondrían en práctica
el sueño de los independentistas catalanes, formar la gran nación catalana en
la que incluyen Valencia y Baleares y tengamos por seguro que no cejarían en su
empeño.
No tenemos que caer
en el desánimo, somos un gran país y todos los problemas se irán solucionando,
lo que no podemos es tirar por la borda lo conseguido y por una mala racha
retroceder décadas en libertad o economía.
Hay muchos que no tienen nada (menos de los
que se piensa) y comprendo que estén desesperados. Al no tener nada que perder
en su derecho están de optar por partidos u organizaciones extremas o
antisistemas, a río revuelto... Sin embargo a los que dependen
de nominas, pensiones o necesiten tener una sanidad que funciones yo les
pediría que piensen las consecuencias que nos depararía cambios tan bruscos,
acordémonos de aquello que decía... Más vale lo malo….
Joaquín Yerga
27/11/2014