sábado, 23 de noviembre de 2013

Un mal trago


                                                             


   Nunca fue muy valiente en casi nada, menos  aún en los temas relacionados con su salud. Cada vez que  tenía que hacerse algunos análisis o pruebas médicas lo pasaba fatal, sobre todo, claro está al recoger los resultados. La última vez que pasó por este trance fue, creo recordar, hace más o menos un año, cuando la empresa donde trabaja le obligó, como a toda la plantilla. Nunca ha entendido por qué tienen que imponerle ese calvario, siempre ha preferido no saber nada, como si así, sin remover el asunto pasa la cosa desapercibida, se queda más tranquila y no se angustia.
   Al final siempre sucede lo mismo, pasa un mal rato pero no tiene nada
   -¡Qué va a tener  si tiene 29 años! - Como le reprochan sus padres, aun así ya  se sabe y como dicen por ahí “el miedo es libre “.
Haciendo  un  poco de memoria, ya desde pequeña se le notaba cierta o mucha aprensión. Reconoce que dio “guerra” durante años  a los suyos .Al dormir no quería hacerlo sola y nada de apagar la luz, le horrorizaba la oscuridad. Así estuvo bastante tiempo y gracias a su hermana que se encargaba  de consolarla, por cierto, pasado ya los años debería agradecerle lo mucho que le ayudó y el cariño y devoción  que siempre le ha tenido, nunca es tarde.
    A su familia le ha tocado siempre el papel de tranquilizarla .Ella constantemente se pone en lo peor aunque sea por cosas sin importancia, ya le dicen a menudo que es hipocondriaca, al menor síntoma de nada  ya se cree que tiene algo grave: una enfermedad incurable, un tumor etc. Una vez, de esto hace ya años, sufrió una crisis nerviosa por asuntos de juventud, el corazón le latía de prisa, tuvieron que esforzarse con ella, incluso con tranquilizantes, se creía morir. Hubo que llevarla al cardiólogo porque le iba a fallar el corazón en cualquier momento, por supuesto no fue nada.
      Desde hace un tiempo siente un pequeño dolor en el costado izquierdo, a la altura del riñón y se le veía  otra vez preocupada, como siempre .Su madre ya le dijo que no se alarmara que no era nada, posiblemente serian gases o malas posturas ante el ordenador  y le recordó también que suele hacer malas digestiones, aun así ella no se tranquilizaba y a pesar del pánico que le produce, decidió ir al médico de cabecera. Este, como es natural y ante la insistencia de su dolencia  le envió  a hacerse una ecografía, además de los consabidos análisis de sangre y de orina.
    Un par de semanas después los resultados de los análisis fueron, como era de esperar, buenos. Todos los niveles de medición los tenía aceptables, así que más tranquila y sosegada se plantó en el hospital para superar su último calvario, la ecografía.
   No se esperaba ella ni su padre que la acompañaba, en absoluto, la conclusión de la última prueba,  ¡Un quiste en el riñón izquierdo ¡!.  Lo que iba a ser un puro trámite, se convertía en una pesadilla.
   Se le vino el mundo abajo. Adiós ilusiones y la felicidad que había disfrutado en casi toda su, aún corta  existencia, se truncaba. Adiós  a planes de emancipación y nueva  convivencia, adiós a hipoteca de casa recién comprada y  trabajo,  adiós a todo, a todo eso y más.
   -¡Un quiste en el riñón! ¡Casi nada ¡ desesperada en cuanto entró en casa se puso a mirar nerviosa internet  y ver qué era eso .Con mucho miedo en el cuerpo fue mirando un montón de páginas relacionadas con el tema y encontró de todo, desde que no tenía mucha importancia hasta que era grave la cosa , como es natural en ella se quedó con lo peor.
     El esfuerzo sobrenatural y complementario que tuvieron que hacer los suyos para animarla y convencerla de que no era tan importante la cosa fue considerable y con paciencia y mucho tacto se le hizo ver que esperara a nuevos análisis y que se fuera acostumbrando a ese nuevo estado, que ya pasará.
    Poco a poco se va fortaleciendo y madurando. Está aprendiendo a convivir con ese nuevo inquilino inesperado  en su cuerpo, con ese okupa indeseable que habrá que desalojar con una orden médica  y que espera que sea más pronto que tarde.
     Como siempre, de todo se extrae algo positivo, incluso de una enfermedad leve como esta. Ha aprendido a ser más fuerte en la adversidad, a dar más importancia a la salud y a  la familia y a comprender que no somos inmortales y  que somos débiles aún en plena juventud. Ha prometido vivir más serenamente, poner en práctica la empatía, cultivar más los sentimientos  y sobre todo, ser una mujer integra en todos los sentidos. Otra cosa es cuanto  dura esa sensibilidad.


                                                                                                            Joaquín Yerga

                                                                                                                  23/11/2013

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