sábado, 8 de febrero de 2014

Corrupción


                                                               Corrupción

 

Esta palabra tan de moda en España (ocupa la segunda preocupación de los ciudadanos, después del paro) la mayoría de nosotros la entendemos casi exclusivamente como corrupción política .Parece ser que solo los cargos públicos se hacen merecedores de ella. Creo que nos equivocamos si pensamos que solo se da en las esferas públicas. Recientemente han publicado los técnicos de hacienda un informe en el que nos detallan que la economía sumergida supone ya en nuestro país el 25% del total, es decir uno de cada cuatro euros se escapa al control de hacienda y a eso queramos admitirlo o no se llama fraude o corrupción.
       La forma de evadir impuestos  más extendida y además se da todas las capas sociales, es cobrar o pagar trabajos caseros o públicos de poca monta sin aplicar el IVA y esto que a título individual pareciera una cosa inocua, si lo hacemos una gran  parte de la población aunque solo sea de vez en cuando, supone a las arcas del estado una merma de más de 80000 millones de euros al año. Imaginemos por un momento la cantidad de recortes sociales que evitaríamos, la rebaja de impuestos que supondría para los que los pagan, que suelen ser por otra parte las clases medias y trabajadores en nómina.
      Entre los efectos perversos que conlleva esta práctica, además de los económicos, está la impunidad con que la ejercitamos sin darnos cuenta de lo injusta que es. Por cada euro que no pagamos al fisco al no realizar factura significa que otros tienen que pagar la diferencia, es decir lo que no pagan unos lo tienen que pagar otros y eso se mire como se mire es corrupción, a pequeña escala sí, pero corrupción.
       Aquí en España, “para más inri”, tenemos la fea costumbre de alardear al engañar a hacienda. Nos jactamos de no pagar impuestos o pagar lo mínimo y no nos damos cuenta que al hacerlo tanta gente, todos acabamos perjudicados. En nuestro país es práctica habitual defender algunos” pequeños” delitos, que es lo que sería, cuando apoyamos a compañeros o conocidos aprovecharse de percepciones estatales sin merecerlas. A menudo comprendemos o envidiamos, en vez de repudiar, a gente que trabaja ilegalmente mientras cobra algún subsidio de paro.
       Es verdad que ofende mucho más que grandes potentados evadan dinero a Suiza, o que políticos bien pagados (teniendo en cuenta los salarios medios) se corrompan aprovechándose de unos cargos que le hemos confiado para el buen servicio público y que altos dirigentes de numerosas cajas de ahorro (politizadas y de todo signo ideológico) se asignen así mismos salarios astronómicos estando estas instituciones en bancarrota; todo esto es cierto, pero no debemos olvidar la tradicional falta de civismo para con lo público que nos caracteriza a los españoles.
       Una gran parte de la población en general piensa que el dinero público es infinito o se crea de la nada  y se puede malgastar en todo lo que he relatado arriba, no es realmente consciente de que hacienda se nutre únicamente de los impuestos que pagamos los ciudadanos y deberíamos  examinar hasta el último euro que empleamos; por esto tendríamos que indignarnos, no solo con los poderosos, que también, sino con todos los que cometen cualquier tipo de fraude aunque este sea a pequeña escala, nos va en ello la consolidación como país serio y moderno.
       Un país justo y solidario entre su población se construye pagando cada uno sin dudar los impuestos asignados, respetando las leyes aunque a veces no nos favorezcan y no pretender sacar tajada egoístamente sin merecerlo del erario público.
       En España es verdad que se pagan muchos impuestos, (en algunas comunidades y según que sueldos, hacienda requisa el 55% de los ingresos) y hay gente pudiente que evita pagarlos recurriendo a artimañas pseudolegales , pero  también disfrutamos de un país con unos servicios sociales envidiables, a la altura de los mejores del mundo, quizás no el número uno , pero si entre los quince primeros. Tengamos  en cuenta que en la tierra hay la friolera de doscientos países. También y en eso somos un poco “sui generis” allí, donde no llega los servicios estatales, los cubrimos a menudo con los familiares, es decir por nuestro acervo cultural solemos atender y proteger a nuestros parientes y amigos en momentos de penuria y necesidad, cosa que no se da en otros países más avanzados.

                                                                                                                                                 Joaquín Yerga

                                                                                                                                                     08/02/2014

 

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