Seis honrados servidores me enseñaron cuanto sé; sus nombres
son cómo,cúando,dónde,qué,quíen y por qué.
Rudyard Kipling
En España, lamentablemente hay una mayoría social con pocas
inquietudes medianamente sustanciales. No sé qué cuantía del total será si un
sesenta por ciento o algo mas pero me
temo que es superior a la de los países de nuestro entorno.
Cuando publican, por ejemplo, los porcentajes de audiencia
de programas de televisión y comprobamos que espacios
tan vacuos como los que todos sabemos,
en los que entretienen al personal durante un montón de horas comentando
las peripecias de personajes tan ilustres
como Belén Esteban u Ortega Cano, obtienen record de
telespectadores, nos da una idea más o menos clarificadora de nivel intelectual
del personal.
Quizás esté yo equivocado y las ganas que tengo siempre por
saber o aprender sobre temas
aparentemente más sesudos sea
desmesurada y que a veces es preferible evadirse viendo simplezas como la que
antes he mencionado. ¿Quién soy yo para juzgar a nadie sobre lo que tienen que
ver en sus merecidos ratos de ocio? Posiblemente muchos de los que se deleitan
con estos realitys cutres estén saturados de realidades cotidianas penosas y
nos les apetezca devanarse los sesos
con actividades que conlleven mucho esfuerzo mental, es posible, pero barrunto
que no van por ahí los tiros.También y por intentar justificar a estos televidentes menos exigentes puedo pensar en el morbo que a todos tanto nos atrae y apasiona sobre las intimidades de esos personajes, pero aun así me cuesta aceptarlo, no veo la importancia de las vicisitudes, carnales o no, de personas vulgares (les aplico este adjetivo sin ánimo peyorativo), como los antes citados.
Yo creo que cuando alguien desaprovecha su tiempo de ocio miserablemente con las menudencias de esos famosillos mediocres es que está falto de erudicion y su nivel de intelectual tiene mucho que desear por decirlo de manera suave, por lo tanto estamos ante una persona inmadura, vulnerable y fácilmente manipulable y si en un país como lamentablemente es el nuestro somos mayoría así, la foto que visualizamos de él no es muy recomendable para un estado con aspiraciones a estar en la élite europea.
Si pensamos que aquí en España somos de los que menos periódicos y libros se lee, los menos participativos en cuestiones asociativas y democráticas y creemos que somos la pera solo porque votamos cada cuatro años etc. pues ahí tenemos la respuesta a gran parte de los males que arrastramos desde hace muchas décadas.
Por seguir con datos poco esperanzadores: la clase obrera no dispone de verdaderos sindicatos representativos acorde con los tiempos y el número de afiliados son los menores de toda la zona euro; entre los más jóvenes, el abandono escolar así como el nivel de conocimientos, según el último informe Pisa, es deprimente si lo comparamos con otras potencias; con todo esto y mas no es de extrañar que el grado de ignorancia sea mayúsculo y nos divirtamos con simplezas.
Todos los males antes citados repercuten negativamente en la salud democrática del país en general, en la convivencia saludable de todos los españoles y en el devenir natural de nuestra historia, materia que siempre estamos cuestionando y que desconocen gran parte de nuestros conciudadanos.
El conocimiento combate la ignorancia y esta es la culpable del atraso intelectual de los individuos y comunidades. Una persona preparada suficientemente, con una cultura adecuada que le hace acumular más sabiduría es más fuerte, aunque quizás no más feliz. Para ser feliz posiblemente bastara con seguir el curso natural de la vida y su entorno, con pocas inquietudes, sin preocuparse de ir más allá y sin importarle el porqué de las cosas y su origen, pero eso de alguna manera es vegetar apaciblemente y, creo, no estamos en este mundo para eso, siendo los adalides de él como somos a pesar de nuestras imperfecciones.
Una persona moderadamente instruida al menos, además de más fuerte mentalmente, es más libre en todos los sentidos. También agrupados en colectividad generan países potentes, dueños absolutos de su destino y capaces de colmar a sus compatriotas de bienestar y felicidad.
Si en España hubiese menos ignorancia, no habría tanta diferencia entre regiones y no existiría ese afán tan grande de secesión de algunas de ellas. Tampoco tendríamos casi seis millones de parados, gran parte de ellos sin cualificación laboral ni formativa. Por supuesto el nivel de renta sería superior así como el bienestar de nuestros conciudadanos. Dejaríamos de ser un país exótico y estrafalario para el resto de europeos (no sugiero suprimir nuestras costumbres más sensatas)
¡¡ Dios me libre !!
Joaquín Yerga
28/04/2014